"Ninguna
flor renace y extiende inútil el arco iris de su esplendor. La vigorosa flor
malea sus pétalos al vacío inhabitable, la hambruna de unos ojos inexistentes,
y llora retorciéndose entre las espinas del cactus que la resguarda. No hay
flor bella que no sea contemplada. Por eso el día que Yves conoció a Clea,
cogió esta flor, y antes que su candor se apagara, o que su aroma se desengrara
en las alambradas del desierto, vertió el rocío sobre su cuerpo desplegado.
Derramó el elixir de su caliz sobre la alfombra de la piel de la mujer. Y con
el ungüento de su lascivia Yves escribió en cada uno de los recovecos de la
sensibilidad aterciopelada de Clea la promesa de atravesar juntos los
tenebrosos Mares de Estigia.
Para
Clea, el amor son olas que se renuevan sin cesar. Cuando Yves y Clea se
comprometieron, el mar fue testigo de su encuentro. Quieta y tranquila,
seductora, hospitalaria estaba la orilla. Los ojos aventureros de ambos navegan
a nado, sin equipajes, abiertos a la aventura, tan indefensos como valientes en
busca de libertad, la otra ribera: un destino digno. El amor es una sorpresa.
El agua los arrastra hacia la playa. Ives y Clea se impacientan por alcanzar el
milagro de un viaje, su boda a lo desconocido. A Clea se le abren las carnes de
su ser, y se siente casi parte ya de la otra orilla. Mueve sus pies desnudos.
El agua azota su descarnado cuerpo. Balas de goma. El olor fresco de las rocas
próximas agita aún más los brazos de Yves. Botes de humo. El miedo, la zozobra,
el acoso de los guardias, el fogueo de los fusiles, su acosadora y militar
presencia paraliza, engarrota su nadar desesperado. Asfixia por inmersión.
¡Mentira!. Delito por omisión de auxilio.
Un mar
de guardias civiles... arrastran los cuerpos sin vida de los
inmigrantes, clandestinos, maltratados por la caridad institucional e hipócrita
de los estados. Ibrahim, Keita, Larios, Amand, Blaise, Yves,... El murmullo de
las olas se confunde con el suave fragor de un amor que se extingue entre
espumarajos, frente a las órdenes de la guardia fronteriza, y las oraciones de los náufragos. Lenguas de arena y algas, ojos de color ardiente, cuerpos
muertos. El cáliz y la corola de la flor de rojo exánime, descuajados, son
llevados a ninguna parte. El averno de su malogrado destino. Un ramo de flores
tirado en el suelo. Fin de un viaje de boda. Paraísos perdidos.
Los
cuerpos de Yves y de Clea, brillantes y plateados por las lentejuelas doradas
del relente de la mañana, tendidos quedan en la orilla de una playa, frontera,
valla y escarnio, vacía de mar, conciencia humana y sentimientos".
(Nos lo hace llegar una hermana, militante por los Derechos Humanos y del sentido común, Isabel Mayor, desde Castelló de La Plana).
Para ampliar y contrastar:
- Las fronteras matan.
- Tragedia del 6 de febrero.
- Soy guardia civil honorario y debo protestar.
- Entrada de inmigrantes por Ceuta.
- En la playa de Tarajal.
Nos hacemos eco porque somos responsables.
No apretamos el gatillo, no arrastramos a los hombres a la mar a la fuerza, no les vendimos armas, no les arrebatamos sus ahorros, no borramos la esperanza de su diccionario, no les fuimos a expulsar de sus casas, no expropiamos sus tierras, no esquilmamos sus costas de pescado,... ni utilizamos a sus niños en las minas de coltan ni les explotamos en mazmorras textiles,...
Pero somos los que callamos ante las leyes injustas de nuestros gobernantes de turno (y protestamos también pero según si el partido gobernante es de nuestra cuerda o no, hasta ahí llegamos incluso) o no manifestamos abiertamente nuestra repulsa ante tanta injusticia disfrazada de enmarañadas palabras (aquí no se trata de culpar a los guardiaciviles: a ellos les toca jugar el papel más ingrato de nuestro sistema, no son quienes organizaron todo esto; la cuestión es muchísimo más honda).
Mas... le hacemos el juego al sistema: buscamos el bolsillo y lo barato... se haya fabricado como se haya fabricado o se haya comercializado y llegado hasta nosotros como haya sido -eso ni lo miramos ni queremos saberlo-. Buscamos el último grito en tecnología que está cada vez más tirada (como tirada está la dignidad humana). ¿Alguien sabe dónde vive Doña Ética?.
Y no dudamos en clamar "prudencia", llamamos a la tranquilidad: evitar conflicto con tal o cual institución o persona... (peligran las subvenciones y la buena relación, la diplomacia que siempre hay que mantener).
¿Nos hierven las entrañas?, ¿se nos nublan los ojos?, ¿nos pasa que aunque quisiéramos no podríamos callar?. Porque si no es así... ¿qué antídoto nos fuimos a tomar?, y... si es así... ¿qué mas habrá que "tolerar" antes de arrancar?.
La Palabra de Dios no es teoría.
"¿Dónde está tu hermano?" (Gn.4,9-10). Sí, nuestro hermano:
El eutanasiado (el que antes de pedir la "muerte digna" ya sufría la muerte en vida porque ya a nadie le importaba y sólo le mirábamos como una carga y él sólo se sentía ya como eso en la soledad más profunda).
El enviado a la guerra en nombre de todas nuestras ideologías e intereses materialistas.
La mujer que buscando un trabajo que saque a su familia de la miseria acude volando a un empleo con "buen rendimiento económico" allende los mares y acaba convirtiéndose en víctima de trata en el peor de los burdeles.
Los campesinos a quienes un día echan de sus tierras "por el interés general de la nación" (entiéndase venta de ésas y muchas más tierras a una empresa europea que compró aquello terrenos a tal gobierno para producir productos agrícolas de "alta calidad").
El pescador que hacía salir su cayuco para hacer su pesca del día... y ha de regresar con apenas nada... porque las flotas de ciertos países ya esquilmaron todo aquel litoral (pero sus respectivos gobiernos ponen el grito en el cielo "porque hay piratas que acosan esas fortalezas frigoríficas de alta mar").
...
Los y las inmigrantes que salen de sus casas, dejan atrás sus familias, sin otro equipaje que su cultura, el recuerdo de sus raíces,... en busca de los guiños de un sistema para el que sólo importan mientras interesen al Dios Dinero.
Nuestro hermano es ése, son todos éstos y son quienes aquí mismo, ahora y desde hace siglos viven al margen, fuera de lo políticamente correcto, más allá de lo "normal" o bien visto,... nuestro hermano es sencillamente ése al que tememos abrir nuestra puerta pues desconocemos el modo en que luego reaccionará... pero olvidamos que esa puerta que llamamos "nuestra" se halla clavada en el mismo suelo que a ambos nos sustenta.
"Porque tuve hambre y me dísteis de comer; tuve sed y me dísteis de beber; era forastero y me acogísteis; estaba desnudo y me vestísteis; en la cárcel y vinísteis a verme". (Mt.25,35-36).
Como Iglesia que somos, como hijos de Dios y hermanos de todos los hombres y mujeres de nuestro mundo que somos... tenemos muy claro quién es nuestro hermano y dónde está ese hermano. Y si Dios está en ellos y no alcanzamos la paz sino es en Él y con Él... ¿a qué esperamos?.
Proponemos.
- Retomar lo que ya sabemos habiendo puesto en nuestro corazón a TODOS NUESTROS HERMANOS Y HERMANAS, especialmente a los desheredados, pobres y empobrecidos, sean de aquí o sean de allá, creyentes o no, acordes con nuestras ideas o no,...
- Releer desde esta clave de adhesión a Jesucristo y en solidaridad con todo ser humano, especialmente con quien nunca cesó de clamar justicia aún desde su silencio más eterno, esta Palabra de Dios que con tanta nitidez nos dice las cosas; esta Carta Universal de los Derechos Humanos que tan bien nos quedó,... y tanto y bueno que para bien está con nosotros.
- Subrayar, tomar nota y plantearnos: ¿qué me está diciendo esto a mí?, ¿qué le está diciendo a mi familia, a mis amigos, a mi AA.VV., a mi comunidad parroquial, mi partido político o sindicato?.
- Y buscar maneras de decir BASTA a tanta inhumanidad, tanta tragedia en la que no somos artífices directos pero sí cómplices... si lo único que hacemos es lamentarnos medio en secreto y con mucha diplomacia.
- Y buscar la manera de que NUESTRO HERMANO pueda comprobar que somos SUS HERMANOS.
Cada cual vea cómo hacer este camino y contando a Dios con todos nosotros.
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