Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe.
Comisión ecuatoriana Justicia y Paz. Carta Nº 265 – 1 diciembre 2024
“Desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y la promoción humana…Dejarse amar por Dios y amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás”. Papa Francisco, Evangelii gaudium 178.
Monseñor Luis Alberto Luna Tobar (Quito, 15 de diciembre de 1923 - 7 de febrero de 2017)
destacó entre los obispos católicos ecuatorianos como un ejemplo de una Iglesia
solidaria y comprometida con el Pueblo de Dios, en el espíritu del Vaticano II
y las conferencias de Medellín y Puebla. Fue un ser humano, sacerdote y obispo
excepcional.
Como
persona mostraba una profunda empatía, una sonrisa franca que reflejaba una
bondad intensa que nacía de su interior, cualquier persona que se relacionaba
con él se sentía acogida. Transmitía serenidad, paz y confianza a las que
acompañaba un fino sentido del humor. Decía: “Me basta y me sobra con ser
humano; de ahí nace mi identidad, mi dignidad y mi vocación”.
La
vocación de Mons. Luna floreció en el Carmelo Descalzo, inspirada profundamente
en las enseñanzas y ejemplos de san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús y
santa Teresita de Lisieux. Su espiritualidad carmelitana y su fidelidad a la
Palabra de Dios marcaron cada aspecto de su vida. Como él mismo lo expresó, esta
vivencia espiritual implicaba “una expansión de la propia conciencia en
relación con todo lo creado y, por medio de ello, con Dios”.
Ordenado
sacerdote en 1946, Mons. Luna asumió diversos roles importantes en la Orden
Carmelita. A su regreso al Ecuador, fue párroco en Quito, y en 1981, san Juan
Pablo II lo nombró arzobispo de Cuenca. Durante su ministerio, especialmente en
esta ciudad, se consolidó su compromiso con los pobres.
En Cuenca, Mons. Luna inició su camino de conversión, optando gradualmente por el servicio a los más pobres. Su acción pastoral destacó por la fidelidad a Cristo y María, y por su amor a una Iglesia débil, solidaria, comunitaria, misionera y participativa, integrada en todos los ámbitos de la sociedad como “luz en el mundo”.
Mons. Luna
vivió un profundo compromiso social, orientado por la opción preferencial por
los pobres, la defensa de los derechos humanos y el respaldo a los movimientos
populares. En su toma de posesión expresó: “Esta lucha es abrir la posibilidad,
objetivar y generalizar las demandas populares y, con ello, proteger y
garantizar los derechos y las demandas que se reclaman”. Más tarde, al
reconocer la realidad del pueblo del Azuay, afirmó: “los pobres me han
evangelizado”. Mons. Néstor Herrera lo describió como un pastor que encontró en
los pobres, campesinos y marginados el espacio para hacer presente al Dios de
la vida, siempre del lado de los desvalidos.
Mons.
Luna, destacado escritor y pensador cercano a las inquietudes del pueblo,
expresó con claridad su visión en un editorial publicado en el diario HOY en
1997. En él señaló: “Cansados del efecto negativo de esta inconsistencia
política, hemos reaccionado lamentando el déficit humano de ciertas campañas
electorales: gobiernos irresponsables, autoridades poco válidas, crisis
gubernamentales permanentes, desgobiernos constantes, quiebras sociales
frecuentes y escandalosamente perjudicadoras del buen nombre nacional. La
pasividad del pueblo sufridor y la altanería de ciertas figuras políticas
sutilmente imperantes acarreaba a la nación a crisis cada vez más graves. Y se
ha llegado a un momento de conciencia que busca un cambio”. Estas palabras,
vigentes en su esencia, podemos suscribirlas aún hoy.
La vida de Mons. Luis Alberto Luna, inspirada en el amor constante y apasionado, permanece como una luz de esperanza para nuestro pueblo y la Iglesia, dedicada al servicio de los pobres y a la construcción del Reino de Dios. #ComuniquemosEsperanza
("Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas).
PARA LA REFLEXIÓN Y LA PRAXIS:
- ¿Qué cualidades destaca esta Carta 265 de Mons. Luis Alberto Luna?. ¿Qué nos llama especialmente la atención de lo que esta carta nos cuenta de él?.
- ¿Qué nos enseña, qué nos inspira la experiencia de Mons. Luis Alberto Luna?. ¿Qué otros ejemplos podemos hallar entre nosotros que viven esa integridad, esa pasión de fidelidad al Evangelio y encarnados entre los más pobres?.
- ¿Qué realidades sociales d enuestro país están necesitados de una entrega así?. ¿Cómo transformar esas realidades en algo digno y dignificador para todos?.
- ¿A qué podríamos comprometernos para ser coherentes con la fe que decimos profesar especialmente entre los más pobres de nuestro municipio, nuestra diócesis, nuestro pais?.
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