La tragedia en Melilla de los últimos días nos llenó de indignación y rabia a muchos ciudadanos; con razón, porque fue algo horrible. Cada vez que pasa algo así se repiten y se multiplican los lamentos.
No es nada nuevo, pues los intentos de pasar de África a Europa llevan muchos años siendo noticia, y los lamentos también. Fueron y aun siguen siendo noticia las pateras, los cayucos, los naufragios en el Mediterráneo al que llevamos años llamando MAR DE MUERTOS, o en el Atlántico, o los perdidos y muertos en los desiertos africanos. Hay algunas beneméritas ONGs que los rescatan cuando pueden. Cuando pasan estas tragedias puntuales, desde diversos ámbitos políticos y sociales se piden comisiones de investigación de lo que pasó, y hay que hacerlo.
Pero ¿por qué no se piden también comisiones de investigación de lo que pasó y está pasando en África, ya desde la colonización?, porque esas desgracias son la consecuencia de la situación dramática que está viviendo y sufriendo el continente africano, el más empobrecido de la tierra.El verdadero problema y la verdadera
causa de esas tragedias tan grandes y cada vez más masivas no está sólo en las
vallas, está más atrás. Pero ahí nadie entra, porque los culpables somos todos
los países desarrollados, ya que gran parte de nuestro desarrollo lo obtenemos
de los bienes agrícolas y materias primas que les robamos a los africanos. Sí,
se las robamos, porque se las pagamos a precio de miseria.
Africa no es pobre, la hemos empobrecido.
África posee ella sola más de sesenta
tipos diferentes de minerales, y contiene un tercio de todas las reservas
minerales del mundo.
África también tiene el 24% de las tierras cultivables del mundo. La República Democrática de Congo satisface ella sola más de la mitad de las necesidades mundiales de cobalto, utilizado masivamente en los equipos telefónicos e informáticos. Posee también hierro, manganeso, cobre, petróleo, gas natural, bauxita, uranio. Todas esas enormes riquezas y sus canales de distribución están controladas desde fuera de África por compañías multinacionales en connivencia con gobiernos corruptos, por lo que la Mina de Coltán diferencia entre los precios obtenidos por los productores y los beneficios cosechados por las multinacionales, ubicadas lejos de ellos, que a menudo ni siquiera pagan impuestos, es escandalosa.
Pero no sólo minerales, pues, a fecha de 2017 ya les habíamos “comprado y sus gobiernos vendido” nada menos que 23.050.832 hectáreas para monocultivo de alimentos y 27.047.000 hectáreas para monocultivos para la producción de biocombustibles (ambos cultivos ecológicamente muy nocivos). Total: 50.097.832 hectáreas de tierra agrícola, que les hemos quitado a los africanos, más del 54 % de los cuales viven de la agricultura, con lo que millones de ellos se quedaron sin tierra. GRAIN eleva esa cifra a 60 millones de hectáreas.
África tiene capacidad para ser uno de los principales proveedores del mundo de azúcar, trigo, maíz, soja, arroz y biodiésel, además de su extraordinaria riqueza mineral. De ahí que utilizar prioritariamente las tierras agrícolas africanas para exportar mientras haya personas que pasan hambre en el continente, es un crimen. Si no cuidamos de África, acabaremos siendo nosotros víctimas de no hacerlo. En todo el mundo, tenemos que aumentar la producción de alimentos cerca de un 50% antes de 2050 para alimentar a los casi 9.000 millones de personas que vivirán en nuestro planeta.África con sus vastos recursos naturales
y capacidad humana podría ser la manera de alcanzar esta meta, pero a condición
de potenciar su desarrollo y su lucha contra el cambio climático. De lo
contrario, por ejemplo, su producción de trigo descendería un 35 % ya antes de
2050.
¿Qué países les quitamos la tierra y los
minerales a los africanos?.
China, EE.UU., India, Arabia Saudita, Corea
del Sur, Emiratos Árabes, Rusia, Francia, Egipto, España, Dinamarca, Japón,
Sudáfrica, Bélgica, Italia, Reino Unido, Alemania, Noruega, etc. (Fuentes: Afrique
Expansion, Land Matrix, GRAIN, etc., en las cuales se pueden verificar las hectáreas
compradas por cada país y en qué país africano las adquirieron).
EL INFORME Land Matris documenta que los acaparamientos de tierra continuarán sometiendo al mundo cada vez más a la producción de materias primas agrícolas para que las corporaciones multinacionales las procesen, las empaquen y las comercialicen, acompañado de gran destrucción social y ambiental. Estos megasistemas están también influyendo en la catástrofe climática que ya estamos sufriendo y que afecta mucho más a los países más pobres de África, con sequías pertinaces o inundaciones incontrolables, o los cambios estacionales (nos decían en Ruanda que ahora los agricultores ya no saben ni cuándo sembrar ni cuándo cosechar, porque los ritmos históricos de sol y lluvia ya están alterados).
El acaparamiento de tierras, incide a menudo en el detrimento de la agricultura familiar; y ello hace temer riesgos de injusticia, conflicto y violencia al interior de las comunidades campesinas, además de dejar a millones de personas sin medios de subsistencia y en el paro, pues esos megacultivos, mecanizados al máximo, no generan empleo, y en cambio, ahora, a causa de la guerra de Ucrania, están obteniendo cuantiosos beneficios exportando sus productos.
En Algunos países el Estado se pone «al servicio
de esas grandes corporaciones, incluso con sus policía y ejército, en lugar de
proteger a sus ciudadanos, quienes son explotados por esas corporaciones.
Ahora mismo el Cuerno de África
(Somalia, Etiopía, Kenia, Sudán, Sudán del Sur y Eritrea) sufre la peor sequía
en 40 años que, sumada a cuatro años seguidos sin estación de lluvias está
sumiendo a 18,4 millones de personas en hambruna extrema, con grandes
dificultades para acceder a alimentos por las cosechas perdidas a causa de la
sequía y la subida de los precios.
Situación crítica padecen también en el África
subsahariana, sobre todo en la región del Sahel, donde 52,4 millones de niños sufren
retraso en el crecimiento por desnutrición, y unos 23 millones van a clase con
hambre.
Consecuencia de todo ello es que la esperanza
de vida en África está sólo en 64,11 años, a lo cual se suma una muy deficiente
infraestructura sanitaria, pues en África solo hay 3,9 médicos por cada 10.000
habitantes, mientras que en la mayoría de los países desarrollados ya nos aproximamos
a los 40. Un dato significativo: a fecha 28 de junio de 2022, la vacuna contra
el coronavirus, con al menos una dosis, ha llegado solo al 23 % de los
africanos, mientras que en el resto del mundo pasa del 72 % (Fuente: Statista).
Es evidente que, por muchos motivos, la necesidad de emigrar de los africanos está más que servida.
Dos conclusiones:
1ª.-Africa pasa hambre, pasa hambre permanentemente:
al hambre no se le pueden poner fronteras. Y en consecuencia la emigración
hacia otros países será imparable. La muerte injusta y prematura ya la tienen
asegurada en África, y por eso lo arriesgan todo.
2ª.-Si queremos hacer algo por los africanos,
hay que actuar en origen para que pueden vivir un poco más dignamente, y así
evitar que tengan que emigrar. Se echa la culpa a las mafias de su emigración; tendrán
la suya porque se aprovechan de su miseria para inducirlos a emigrar y cobrarles
bien por sacarlos de África. Pero la verdadera culpa la tenemos los países que les
vamos a robar sus tierras, sus alimentos, sus materias primas. Más del 54 % de
la población africana vive del campo: si les quitamos las tierras, ¿de qué van
a vivir?.
Por eso no nos quedemos sólo en lamentar
las tragedias en las vallas o en los naufragios, y denunciemos las causas y los
causantes de las mismas: las multinacionales de los países desarrollados.
Las peores, son de China y la India (adquiridas
más de 15 millones de Has.), de Sudáfrica (10 millones de Has.), de EE.UU. (5,6
millones de Has.), el Reino Unido (4,4 millones de Has.) y Arabia Saudita (más
de 3 millones de Has.).
Como seres humanos, y más en consecuencia
como creyentes, tenemos la obligación muy grave de denunciar este estado tan
lamentable de la situación de injusticia que hay en este mundo, que hace sufrir
hasta la muerte a más de 1300 millones de seres humanos, en una cadena que no
se rompe, sobre todo en el continente africano.
“Los hombres africanos no son negros, son hombres”.(Luther King). Las mujeres africanas, no son negras, son mujeres.
“Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando.
Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya
no tuviera necesidad de soñarlas” (Luther King).
“La educación es el arma más poderosa
para cambiar el mundo”. "Luchar contra la pobreza no es un asunto de
caridad, sino de justicia" (Nelson Mandela).
“Dichosos los que tienen hambre y sed de
justicia” (Jesús de Nazaret)
Hablar de paz suena bien a los de arriba
y a los ingenuos de abajo, pero hablar de justicia suena mal a los de arriba
porque abre los ojos a los de abajo… En este mundo necesitamos mucha más
justicia: así seremos todos mucho más felices.
Feliz domingo a tod@s
-Faustino Vilabrille
faustino@faustinovilabrille.es
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