Evangelio
del 30 / Sept / 2018
La
escena es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta
vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que
andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos
tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora.
Vienen
preocupados. Un exorcista no integrado en el grupo está echando demonios en
nombre de Jesús.
Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: «No es de los nuestros».
Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: «No es de los nuestros».
Los
discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza
curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y
trabajar por un mundo más humano sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente
así?. ¿Qué piensa Jesús?.
Sus
primeras palabras son rotundas: «No se lo impidáis». El nombre de Jesús y su
fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos.
Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia
establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de
verla como una competencia desleal.
Jesús
rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo
para controlar su salvación mesiánica. No es rabino de una escuela cerrada,
sino Profeta de una salvación abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su
Nombre allí donde es invocado para hacer el bien.
No
quiere Jesús que entre sus seguidores se hable de los que son nuestros y de los
que no lo son, los de dentro y los de fuera, los que pueden actuar en su nombre
y los que no pueden hacerlo. Su modo de ver las cosas es diferente: «El que no
está contra nosotros está a favor nuestro».
En la
sociedad actual hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más
justo y humano sin pertenecer a la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero
están abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Son de los nuestros.
Hemos de alegrarnos en vez de mirarlos con resentimiento. Hemos de apoyarlos en
vez de descalificar.
Es un
error vivir en la Iglesia viendo en todas partes hostilidad y maldad, creyendo
ingenuamente que solo nosotros somos portadores del Espíritu de Jesús. Él no
nos aprobaría. Nos invita a colaborar con alegría con todos los que viven de
manera humana y se preocupan de los más pobres y necesitados.
José
Antonio Pagola
https://www.gruposdejesus.com/domingo-25-tiempo-ordinario-b-marcos-930-37/
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