miércoles, 9 de noviembre de 2011

Día internacional de la Tolerancia

Dicen que el "miedo" arranca del desconocimiento, de no saber nada de lo otro o del otro. Dicen que los perros ladran "porque sienten miedo" y a través de sus ladridos intentan ahuyentar a sus potenciales agresores a quienes temen. Dicen, por lo tanto, que la intolerancia hacia el otro se debe a miedos que se tornan en agresividad y en exclusión pues no confiamos en que podamos estar juntos sin que "el otro nos agreda".

El 16 de este mes de noviembre se celebra el "Día Internacional de la Tolerancia" y, como todas las jornadas especiales, días especialmente celebrativos del año, tiene su finalidad; este día trata de "Desenmascarar miedos y recelos frente a lo diferente y fomentar la comunicación intercultural, religiosa,… cultivando con ello actitudes de respeto mutuo, solidaridad e interés por el entendimiento viendo en las diferencias no un peligro sino una oportunidad para el mutuo enriquecimiento".
¿Como caminar en esa dirección?.
En Jesús de Nazaret tenemos las claves:
  • No se rodeó de la gente de su cuerda sino que llamó al discipulado a un grupo de personas de lo más diverso: un recaudador de impuestos, algunos zelotes, pescadores,...
  • No destinó la Buena Noticia sólo a la Casa de Israel sino que la dio a conocer con hechos, palabras y actitudes en todas partes, incluso en lugares no propiamente judíos o israelitas.
  • También la evidenció, sobre todo, entre los que en su época eran los más excluídos (enfermos, lisiados, pecadores,...) y cuando los discípulos suyos le pidieron que "les enseñara a orar" Él les contestó con el "PADRE NUESTRO", no el "PADRE MÍO", y con ello nos enseñó cuán universal debe ser el amor humano que considera a toda persona "HERMANA"; de otro modo no podríamos llamar a Dios "PADRE NUESTRO".
  • ...
Es decir: acogió la diversidad y se comprometió con ella y desde ella en la puesta en marcha de ese Reino de Dios que fue el centro de toda su predicación; ofreció la Buena Noticia a toda la humanidad, superando fronteras tanto físicas como mentales; se hizo cercano especialmente entre quienes más necesitados andaban de esa Buena Noticia, los crucificados en vida de aquella época, haciéndoles experimentar el AMOR de Dios y dejando en evidencia al mismo tiempo nuestra cortedad excluyente e intolerante con todo aquél que no sea de nuestra cuerda o no sea perfecto según nuestros propios conceptos.
-- ¿A cuántos hoy día no dejamos en la cuneta o al margen, o en el "otro bando", porque somos incapaces de entenderle como hermano y tan digno de ser hijo de Dios como nosotros?.
-- ¿Por qué solemos "clasificar" a la gente según criterios tan personales como subjetivos creando, además, pre-juicios respecto de esas personas?; me refiero a esas expresiones tan absurdas como anacrónicas ya: "izquierdas-derechas; inmigrante-nacional; del lugar-forastero; conservador-progresista;..." y tantas dicotomías, dualismos,... que nos hemos inventado para tratar de encasillar al personal, generando o afianzando diferencias, abriendo brechas entre unos y otros,... que son algo más que "una forma de hablar" y responden a una cierta dificultad de entender "al otro" como "otro yo".
¿Por qué sucede esto?, ¿por qué ese afán por no reconocernos como iguales en dignidad, sean las diferencias aparentes las que sean?.
Hay una tendencia natural hacia la autoafirmación, diferenciación respecto del entorno que en sí no tiene porqué ser negativa mientras sea realmente eso y no otra cosa. Esta tendencia nos lleva a calificar de algún modo lo que consideramos diferente a nosotros, sea en un grado u otro, con éstas u otras características,... y hasta ahí no hay problema alguno.
El problema se genera cuando "esa tendencia natural la convertimos en actitud de rechazo al otro sólo por esas diferencias, confundiendo a la persona entera con sus apariencias". Decía el cantante Luis Eduardo Aute en una de sus canciones: "La verdad no es lo evidente, sólo su mitad", pero nosotros lo hacemos equivaler al 100%.
-- ¿No es esto comodidad y puro egocentrismo?; se puede entender un fuerte "egocentrismo" en la etapa infantil pero ¿en nuestra edad adulta?.
-- ¿Qué grado de madurez estamos evidenciando?.
-- ¿Qué subyace bajo este proceder egocentrista, por qué lo mantenemos?, ¿a quién o qué beneficiamos y a quién o qué perjudicamos?.
Quizás habrá que empezar por reconocer que en el fondo de todo esto lo que hay es "falta de tolerancia con nosotros mismos"; no podemos ser tolerantes con los demás si no lo somos antes con nosotros mismos. Nadie puede dar lo que no tiene.
Caminos hacia la TOLERANCIA.
""No hay caminos para la paz, la paz es el camino", dijo el maestro Gandhi. Podríamos afirmar lo mismo en relación con la tolerancia: "No hay caminos para la tolerancia, la tolerancia es el camino".
"La caridad empieza por nosotros mismos", dicen,... pues la tolerancia... también:
  • ¿Somos tolerantes con nuestras limitaciones, nuestro carácter, físico, inteligencias,... o siempre andamos recriminándonos a nosotros mismos la imagen que en un momento dado dimos o seguimos dando?.
  • ¿Somos capaces de perdonar nuestros propios errores, meteduras de pata, inestabilidad emocional a veces,...?.
  • ¿Sabemos mirar por encima o más allá de esto que somos y nos sucede o de lo que somos protagonistas y descubrir la inmensidad de valores, cualidades y potencialidades que hay en nosotros mismos también?, ¿o queda todo eclipsado por la obsesión de ver o querer ver sólo aquello que ensombrece nuestro SER?. 
"No hagan a los demás lo que no les guste que hagan con ustedes", dice la Palabra. ¿Les parece que apliquemos los tres interrogantes anteriores ahora a los demás, a nuestros hermanos y hermanas que envueltos en mil y un ropajes distintos hacen con nosotros la gran familia humana?.
  • ¿Somos tolerantes con sus apariencias, con sus errores, limitaciones,...?.
  • ¿Sabemos ver por encima de todos sus aparentes defectos o cosas que no comprendemos o no aceptamos las cualidades inmensas que también ellos poseen y quizás les ocurra que tampoco confían en ellas?.
Planteémonos finalmente, para ser prácticos y positivos:
  1. ¿A qué puedo comprometerme conmigo mismo para crecer en tolerancia con mi propio ser?.
  2. ¿Qué actitudes mantener con quien piensa distinto a mí, es de otra raza, otra religión, cultura, sexo, constitución física, idioma o lugar de procedencia, etc...?.
  3. ¿Cómo propiciar y promover el valor de la tolerancia en el ámbito social e institucional en el que me muevo: familia, trabajo, sindicato-partido político o asociación de vecinos, parroquia o comunidad de base cristiana,...?.

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