Días antes de la reunión, un cualificado grupo internacional de científicos publicaron un demoledor informe en la prestigiosa revista The Lancet, en el que hablan de los plásticos como una crisis sanitaria silenciosa. No solo son una amenaza medioambiental; también son un grave riesgo sanitario global, que tienen un devastador impacto sobre la salud humana, especialmente en países con bajos ingresos, con las emisiones tóxicas durante su producción hasta su presencia en tejidos humanos.
La producción de plástico se ha multiplicado por más de 200 desde 1950. Aquel año se produjeron dos megatoneladas; en 2026 serán 1.200 megatoneladas. De seguir como hasta ahora, la producción y los desechos de plástico se triplicarán de aquí a 2060.
En su fabricación se utilizan sustancias químicas potencialmente muy peligrosas, de las que el 75% nunca han sido sometidas a pruebas de seguridad. En esa producción se generan emisiones de PM2,5, dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, que afectan a trabajadores y a comunidades cercanas.
Solo el 15% del plástico del mundo se recoge para su reciclaje, pero en realidad solo se recicla el 9%. El 46%, termina en vertederos, el 17% se incinera y el 22% se gestiona incorrectamente y se convierte en basura que termina en el medio ambiente, terrestre o marino.
El plástico es un material difícil para ser reciclado. Las bolsas de la compra pueden tardar 55 años para descomponerse; las pajitas para líquidos, más de cien; y las botellas, hasta 450.
El 40% del plástico que se fabrica en Europa y en Estados Unidos se destina a envases de usar y tirar.
Unos 8.000 millones de toneladas de residuos plásticos están diseminados por el planeta, desde la cima del Everest hasta la zona oceánica más profunda. A menudo se descomponen en microplásticos presentes en el agua, los alimentos y el aire, y pasan al cuerpo humano. Algunos estudios los han encontrado en la sal que consumimos: Cada día consumiríamos entre tres y nueve gramos de plásticos entre nuestra sal…
Partículas de microplásticos se han encontrado en el cerebro, el pulmón, el riñón, el torrente sanguíneo, la leche materna, la placenta, el semen y la médula ósea. Aún se requieren más estudios para evaluar plenamente sus efectos, pero se han relacionado con accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos.
Los residuos plásticos incluso contribuyen a la difusión y amplificación de enfermedades infecciosas como el dengue: El agua acumulada en el plástico desechado es un lugar propicio para la reproducción de los mosquitos que transmiten esas enfermedades.
Organizaciones científicas, sociales y ambientalistas de todo el mundo han alertado a los gobiernos y a la industria de las funestas consecuencias medioambientales y sobre la salud humana de no reducir la producción de basura plástica, y han exigido un acuerdo global para afrontar la crisis causada por la producción y el uso insostenibles de productos de plástico.
Ese era el objetivo de la reciente cumbre de Ginebra, la séptima desde
que en 2022 la ONU recomendó negociar para llegar a un acuerdo de ese tipo.
Pero… tampoco ahora se pudo llegar a ningún acuerdo después de diez días de
negociaciones.
Más de 100 países, incluida la Unión Europea, el Reino Unido, Canadá y muchos países africanos y latinoamericanos insisten en la necesidad de reducir obligatoriamente la producción de plástico y eliminar gradualmente los productos tóxicos utilizados en su producción. Frente a esa posición, un grupo de estados, principalmente petroleros (Arabia Saudita, Estados Unidos, Kuwait, Rusia, Irán y Malasia) rechazan restringir la fabricación y apuestan por centrarse específicamente en la gestión de residuos y el reciclaje…, y que cualquier compromiso debe ser voluntario. Estados Unidos presionó incluso a varios países para que no apoyaran la idea de limitar la producción de plásticos.
Los expertos piensan que no saldremos de la crisis de la contaminación plástica solo a través del reciclaje, y que es necesario un enfoque integral que aborde todo el ciclo de vida de los materiales, desde la extracción de combustibles fósiles hasta su eliminación o reciclaje.
El sector del plástico consume alrededor de un 11% de la producción global de petróleo, y los países petroleros apuestan por aumentar la parte que consume esta industria para compensar la reducción que se prevé en la industria automotriz, al aumentar los vehículos eléctricos.
Las organizaciones ambientalistas dicen que el fracaso de la cumbre es una victoria para la industria y una derrota para el planeta, y que se ha antepuesto el dinero a la salud humana y la de la tierra. Y señalan a los países productores de petróleo de malograr el acuerdo. Recuerdan, además, que en la cumbre
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