domingo, 8 de junio de 2025

No más muertes en la ruta atlántica, son hermanos y hermanas


Nuestras islas, que conforman el territorio más al sur de Europa, se han convertido en los últimos años en un punto importante en las rutas migratorias del planeta y en la puerta de entrada al continente europeo donde miles de personas buscan cumplir sus sueños de tener un futuro mejor.

Pero tristemente, esta ruta canaria, es una de las más mortíferas. Los datos aportados por la ong “Caminando Fronteras” en su último informe hablan de la escalofriante cifra de 9.757 personas fallecidas en 2024. Esta realidad la venimos experimentando en Canarias desde hace mucho tiempo y se ha hecho de nuevo dolorosamente presente la semana pasada.

Con este gesto del Círculo de Silencio, queremos tener presentes especialmente hoy a las mujeres y niñas muertas y al bebé desaparecido en el último naufragio ocurrido el pasado 28 de mayo en el muelle de la Restinga: Fatoumatta Banaro, Mariama, Sarah Samoura, Mami Kamara, Adama Keita, Makia Binti Kamara y Aissatou Tabassa. Ellas como tantas otras personas partieron de su tierra con el sueño de llegar a un lugar donde mejorar sus condiciones de vida.

Queremos tener presentes también a las familias de todas estas personas fallecidas en la ruta siendo conscientes de su sufrimiento por desconocer muchas veces cual ha sido el destino de sus seres queridos.

Desde las entidades que formamos la Mesa Diocesana de Migraciones en Tenerife nos unimos en solidaridad con tanto dolor y sufrimiento. No queremos ser indiferentes a la tragedia que supone la pérdida de vidas humanas en las rutas migratorias y más concretamente en esta ruta atlántica de la que Canarias forma parte.

Hacemos un llamamiento a la toda la comunidad cristiana y a la sociedad en general para favorecer el desarrollo y la dignidad de todas las personas que sufren pobreza, exclusión o marginación desde las claves del Acoger, Proteger, Promover e Integrar. Y al mismo tiempo ser capaces de crear una “Cultura del Encuentro”, que supere miedos, prejuicios y desconfianzas que solo nos llevan a abandonar a cada persona a su suerte.

Por nuestra parte, como entidades vinculadas a la pastoral de la movilidad humana, nos disponemos a seguir cooperando allí donde estamos y, desde ahora, en otros campos posibles, con los hermanos y hermanas migrantes y refugiados en la construcción de una sociedad más justa, fraterna y de paz.

Y desde la conciencia de sentirnos parte de una única familia humana que está llamada a vivir la fraternidad universal, alzamos la voz para pedir: NO MAS MUERTES EN LA RUTA ATLÁNTICA. SON NUESTROS HERMANOS Y HERMANAS.

Mesa de las Migraciones de la Diócesis Nivariense

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