domingo, 19 de enero de 2025

Participar o dejar morir

Ya llevamos unas semanas dentro del 2025. Aún mantenemos la euforia de los nuevos propósitos para este año nuevo y… en ello estamos. Pero ya empiezan a escucharse los lamentos de no pocos actualizando los conflictos del ayer, unos de signo político, religioso o antirreligioso, negacionistas vs alarmistas, etc… (basta mirar sobre todo las redes sociales, escuchar debates en diversos espacios,… para ver ejemplos mil de esto).

Y ¿qué mas?.

No son pocos quienes se quedan ahí, en esos discursos teóricos que se alimentan recíprocamente, como si se necesitaran unos a otros para seguir en la palestra.

Pocos son los que se plantean: “¿Qué podemos hacer?, ¿cómo?, ¿qué pasos dar y en qué orden?, ¿con qué medios?,…”.

Necesitamos, por una parte, tomar consciencia de la realidad tal cual es, conocerla a fondo es el primer paso, saber determinar sus causas y comprender sus consecuencias.

Por otra parte, necesitamos plantearnos cuál es nuestra escala de valores, cuáles son sus fuentes, qué elementos de juicio nos sirven para orientar nuestro pensamiento y nuestro proceder, con qué referencias contamos que iluminen la senda a seguir.

Y, finalmente, enfocarnos en traducir nuestras buenas intenciones en actitudes y prácticas coherentes tanto con nosotros mismos (lo que pensamos, sentimos y querríamos conseguir) como con esa realidad que desearíamos transformar.

Mas ¿es suficiente?.

No somos francotiradores, no vinimos al mundo solos ni nos criamos en soledad sino EN RELACIÓN con nuestros entornos sociales y naturales. No somos llaneros solitarios.

Somos seres sociales y nos realizamos y crecemos en la medida en que nos abrimos a los demás, formamos parte de una gran colectividad: la familia humana, desarrollamos nuestras vidas y crecemos formando parte de distintos grupos, tenemos la capacidad de comunicarnos unos con otros e interactuar a través de distintos medios y sistemas y hemos llegado a componer un sistema realmente complejo de interacción constante en el que todo y todos estamos interconectados y, por lo tanto, interdependientes y ello significa que… ¡tenemos la capacidad de transformar cualquier realidad si nos enfocamos en la construcción de unos proyectos comunes, comunitarios, que hagan posible esa transformación!.

Necesitamos valorar nuestra participación en la construcción de la comunidad.

La D.S.I. nos dice que el principio de participación se fundamenta en el derecho natural de todo ser humano a realizar su propio destino. En toda formación social la persona tiene derecho a hacer sentir el peso de su decisión personal responsable. El sujeto de la participación es todo hombre o mujer en cuanto miembro del grupo social (tomado de la red).

Para realizar nuestro propio destino por lo tanto necesitamos:

  1. Implicar toda nuestra persona en todas nuestras dimensiones.
  2. Ser conscientes de que somos responsables de las realidades que nos envuelven o en las que estamos, no tanto por sus causas sino porque va a depender de nuestra actitud el que esas realidades queden como están o puedan cambiar.
  3. Tomar consciencia del valor de la comunidad en la que y desde la que ejercer el compromiso transformador de esas realidades buscando siempre el Bien Común.
Es frecuente escuchar lamentos y quejas acerca de nuestros gobernantes, de quienes gestionan los diferentes recursos públicos y privados, de los representantes eclesiásticos y las iglesias, de quienes gestionan cualquier otra entidad, de los sindicatos, partidos políticos, AA.VV., etc...
 
Pero no es frecuente que aparte de la queja planteemos también propuestas viables para mejorar todos esos ámbitos, o, si lo hacemos, no en los foros donde se tomen decisiones al respecto; no es frecuente escuchar de alguien que es "militante de tal o cual partido político o sindicato", o que es "catequista en una parroquia", o que "organiza actividades formativas y de desarrollo comunitario en una asociación de vecinos", etc...
Si embargo éstas y otras muchas cosas debieran oírse en nuestros ámbitos comunitarios: laborales, de ocio, familiares, etc...
Quejarse de lo mal que anda todo es fácil, despotricar contra quienes no piensan como nosotros es sencillísimo, acusar a los demás de todos los males y peligros (aunque lo mismo podrían decir ellos de nosotros) es muy simple, pero... ¿qué arreglamos así?, ¿a qué nos lleva esa inercia?.

El 2025 no va a ser un año nuevo si no hacemos nuevas nuestras maneras de ESTAR y PARTICIPAR en nuestro mundo.
  1. No nos quejemos de lo mal que hicieron las cosas algunos sindicatos, entremos en ellos, informémonos ben de lo que es un sindicato y para qué tiene que ser, elijamos el modelo que más se acerque a nuestras convicciones y trabajemos dentro de él en la transformación de aquello que necesita cambiar.
  2. Dejemos de encasillar a la gente en celdas de "rojos", "fachas", y "demás". ¿Tenemos ya un modelo político definido?... vayamos a por ello, entremos en el partido político afín a nuestros ideales y desde nuestra militancia propongamos aquello que pueda ser un bien común para toda la sociedad.
  3. Menos peñazos contra los curas y religiosos, menos cotilleos en contra de las comunidades parroquiales y más arremangarnos y meternos en faena en la parroquia de nuestro barrio para hacerla más fiel al mensaje del Maestro de Nazaret, más la Iglesia que necesitamos ser.
  4. Nuestros barrios y sus AA.VV. serán un desastre o dejarán mucho que desear... pero si nos implicamos en ellas, si las animamos con nuestra participación y propuestas de mejora para luego pasar a la acción... ¿no sería mucho mejor?.
  5. No son las ONGs quienes sacarán al país de todos sus problemas pero sin duda son un excelente ámbito para apuntar caminos de solución y aportar cauces para la transformación social y una excelente denuncia de todas las injusticias a través de la acción y sus comunicados. ¿Qué nos impide acercarnos a ellas y ver qué podemos aportar?.
  6. Etc...
Seamos el ejemplo, seamos la imagen que queremos ver en nuestro mundo.

Santi Catalán
santi257@gmal.com

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