Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe.
Comisión ecuatoriana Justicia y Paz. Carta Nº 268 – 22 diciembre 2024
“Si
realmente queremos celebrar la Navidad, redescubramos a través del pesebre la
sorpresa y el asombro de la pequeñez, la pequeñez de Dios, que se hace pequeño,
no nace en el esplendor de las apariencias, sino en la pobreza de un establo.
Para encontrarse con Él hay que llegar allí, donde está; hay que rebajarse,
hacerse pequeño, dejar toda la vanidad, donde está Él”. (Papa Francisco).
La Navidad para los cristianos es un hecho trascendental que transformó la historia de la humanidad y fundamenta toda su fe; casi todos los pueblos de la tierra la celebran, es una fiesta universal. “La Navidad no es una mezcla de afectos melosos y de consuelos mundanos, sino la inaudita ternura de Dios que salva el mundo encarnándose. Jesús con su nacimiento, vida, pasión, muerte y resurrección redime todo lo creado y restablece el Plan de salvación original, puesto cuando todo fue hecho. Si queremos que sea Navidad, Nacimiento de Jesús y de paz, miremos a Belén y contemplemos el rostro del Niño que nace por nosotros. Y en ese rostro pequeño e inocente, veamos el rostro de todos esos niños que, en todas partes del mundo, anhelan la paz” (Papa Francisco).
La gratitud y reciprocidad son la respuesta al amor, a la entrega generosa, si Dios se hace humano como acto de amor infinito, su encarnación es un derroche de amor, generosidad, misericordia. La Navidad se concreta compartiendo dones con los demás, sobre todo con los más débiles, sin esperar recompensa. Esta actitud de respuesta al amor de Dios, a lo largo de los tiempos, fue tomando forma, tradiciones, costumbres en cada pueblo. La Navidad es compartir, lo que cada uno tiene con los demás, en medio de cantos, juegos, danzas...
Pero, desde una visión egocéntrica se va transformando la comprensión comunitaria de la Navidad en una visión individualista y en un entorno mercantilista donde prima más el tener y aparecer que el ser, el mensaje de la Encarnación de Jesucristo se diluye y muchas veces queda atrapado en los vicios del consumo y del descarte. Para muchos su motor es el económico y la finalidad, al parecer, se reduce a dinamizar el comercio.
A pesar de que vivimos en una sociedad donde la mayoría se dice cristiana, no es fácil descubrir el verdadero sentido de la Navidad. Esta fiesta se ha difuminado, y en muchos lugares Jesús, siendo el protagonista principal, ha quedado fuera y es reemplazado por papa Noel. El superficialismo, el quedar bien y aparentar, va tomando fuerza. La Navidad se ha secularizado. Para los cristianos es exclusivamente Jesucristo y su misión salvadora que nos ayuda a distinguir el espíritu navideño y sus implicaciones prácticas para los 365 días del año. No hay Navidad sin Jesús de Nazareth, que con su vida y palabra proclamó la urgencia de la venida del Reino de paz, justicia, solidaridad, libertad, honradez.
Días antes de la Navidad muchas familias y amigos se reúnen en torno al Nacimiento para rezar la Novena, un encuentro maravilloso, en donde a la luz del evangelio se comparte y reflexiona sobre muchas temáticas. Es una ocasión para alimentar nuestra fe en medio de un consumismo absorbente que carcome la manifestación del “Dios con nosotros”.
Hace muchos años la Navidad giraba alrededor del Niño Dios, del nacimiento, de la familia, de la solidaridad, de los villancicos, ahora el árbol ha desplazado al nacimiento, al Niños Jesús se lo va archivando por los regalos, el compartir se subsume al aparentar. Hay dos caminos: un camino que nos lleva a Jesús y el otro que nos lleva al consumismo, bajo estas dos realidades celebramos la Navidad.
Cuando el mundo y el Ecuador, en particular, viven momentos críticos de empobrecimiento creciente de la mayoría, con enriquecimiento de una minoría; violencia, guerras y exterminio; armamentismo y polución; cambio climático con graves fenómenos de sequía, aridez, inundaciones, destrucción del medio ambiente; dictaduras y opresión; pandemias e imperios farmacéuticos; sufrimiento y muerte…debemos trabajar para que fluya el amor y dejar que salga el Samaritano que llevamos dentro.
Que esta Navidad sea ocasión propicia para que clamemos VEN SEÑOR JESÚS, y cambiemos nuestras conciencias para que todos, juntos, nos comprometamos en la construcción de un mundo más humano y fraterno. #ComuniquemosEsperanza
("Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas).
Articulo original: http://www.justiciaypaz.org.ec/2024/12/carta-no-268-navidad-la-inaudita.html
PARA LA REFLEXIÓN Y LA PRAXIS:
- ¿Qué significa la "Navidad" realmente y cómo la estamos viviendo nosotros?.
- ¿En qué nos acerca o nos aleja esta manera de celerarla de lo que significa la "encarnación" de Dios en nuestro mundo?.
- ¿Qué cambios serían necesarios para que al menos en las comuidades cristianas se viviera más de acuerdo con lo que Navidad significa?.
- ¿Cómo realizar esos cambios en el ámbito familiar, en las parroquias, etc...?. ¿A qué podríamos comprometernos para ello?.
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