miércoles, 17 de abril de 2024

Desarme ya para salvar a las personas y al planeta

La guerra nos cuesta un mundo - Declaración GDAMS 2024

Días de Acción Mundial contra el Gasto Militar - del 12 de abril al 15 de mayo de 2024

Desarme ya para salvar a las personas y al planeta.

La humanidad se encuentra en una encrucijada en la que las decisiones políticas sobre los presupuestos de defensa determinarán la trayectoria de las múltiples crisis en las que está inmersa.

Las guerras y los conflictos armados están devastando regiones enteras del planeta. El gasto militar mundial ha aumentado un 19% entre 2013 y 2022, según cifras del SIPRI, y ha aumentado cada año desde 2015. Sin embargo, desde Gaza a Ucrania, la RDC, Sudán, Myanmar o Manipur, esto no ha contribuido de ningún modo a resolver los conflictos persistentes ni a reducir las tensiones mundiales. Por el contrario, el aumento del gasto militar y la intensificación del militarismo no han hecho sino aumentar la volatilidad de la paz y la cooperación mundiales. El aumento de las temperaturas está modificando los patrones climáticos de forma profunda y extrema. Millones de personas ya están sufriendo las desastrosas consecuencias del cambio climático y la degradación medioambiental, amplificadas aún más por los conflictos violentos. Debemos actuar ya. Estos patrones meteorológicos y climáticos fluctuantes tienen repercusiones directas sobre la posibilidad de que muchos territorios sigan siendo habitables, así como sobre el futuro de unas condiciones de vida dignas y sostenibles para todos.

El mundo se encuentra en una encrucijada geopolítica, incluso cuando nos alejamos del periodo post-Guerra Fría para adentrarnos en una nueva era de multipolaridad y, sin embargo, resulta inquietante que los líderes mundiales aumenten su dependencia de las soluciones militarizadas.

Ahora, el gasto militar se pregona como una necesidad para mantener todos los aspectos de la seguridad. Al mismo tiempo, ha surgido una gran red de intereses a escala mundial, liderada por muy pocos actores privados supranacionales que controlan empresas e influyen en los gobiernos de forma puramente antidemocrática. Se trata de una red de poder global que incluye y conecta empresas militares y de energías fósiles, y en la cual la militarización no sólo causa la muerte de cientos de miles de personas, sino que también se convierte en responsable instrumental del desastre medioambiental al proteger los intereses de los combustibles fósiles y los actores depredadores. Esta red trabaja, directa e indirectamente, para impedir medidas que podrían aliviar tanto la crisis medioambiental planetaria como el sufrimiento de millones de personas, y no se amilana ante los beneficios de la venta de armas a actores genocidas, como vemos en el apoyo militar prestado a Israel para que continúe sus incesantes ataques contra Gaza. Es necesario por tanto reafirmar el poder democrático en todo el planeta.

El gasto militar no sólo alimenta guerras y conflictos armados en todo el mundo, sino que también detrae recursos que podrían dedicarse a abordar el cambio climático, invertir en justicia global (incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU) y promover la transformación pacífica de conflictos y el desarme. Los ejércitos se encuentran entre los mayores consumidores de combustible del mundo, representando el 5,5% de las emisiones globales, mientras que el uso de productos químicos contamina la tierra alrededor de las bases militares, envenenándola durante generaciones.

El uso continuado de minas y municiones de racimo, así como de armamento convencional, deja la tierra inhabitable durante generaciones.

El coste de oportunidad de mantener un gasto militar así, nos está costando, literalmente, un mundo.

Somos conscientes de que los retos actuales a los que se enfrenta la humanidad (guerras y conflictos, crisis climática, crisis social, crisis de la democracia, pandemias, deforestación, pérdida de biodiversidad y muchos más) son globales y transfronterizos. Estos retos exigen un esfuerzo común y coordinado que sólo puede lograrse construyendo nuevas alianzas entre un amplio abanico de actores -desde la sociedad civil hasta las instituciones internacionales, los Estados, las empresas y los pueblos- para financiar y crear justicia, paz y derechos humanos para el planeta.

Juntas debemos impulsar una seguridad global común o colectiva, basada en la generación de confianza, la cooperación y la solidaridad. Reducir el gasto militar es un primer paso necesario y la mejor oportunidad para construir la paz y crear un mundo sostenible con dignidad para todos.

Para ello pedimos a los gobiernos que reduzcan el gasto militar y, en su lugar, aborden los acuciantes retos globales que requieren todos los recursos disponibles. Debemos denunciar los intereses ocultos y las presiones del complejo militar-industrial.

Hacemos un llamamiento para que se realicen esfuerzos reales encaminados al desarme mundial, poniendo fin al comercio de armas y cesando los envíos de armas a países en conflicto. Es hora de que la Asamblea General de las Naciones Unidas se comprometa a fijar una fecha y una estructura definitivas para una 4ª Sesión Especial sobre Desarme, teniendo en cuenta que la última sesión se celebró hace 36 años y que los Estados han desatendido su responsabilidad y su deber de avanzar hacia el desarme a través del marco de las Naciones Unidas.

Pedimos a los gobiernos que den prioridad a la justicia frente a los beneficios derivados del comercio de armas; en concreto, les pedimos que dejen de suministrar y comprar armas a Israel y que utilicen todos los medios existentes para impulsar un alto el fuego y el fin del genocidio en Gaza.

Pedimos un debate sincero y activo sobre nuevas arquitecturas de seguridad internacionales y regionales con capacidad de respuesta, basadas en las ideas básicas de la seguridad común y en la Nueva Agenda para la Paz del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres. Desde Gaza hasta Sudán y Myanmar, los conflictos no se resolverán por medios militares. Pedimos un alto el fuego mundial; la lógica de la paz debe prevalecer sobre la lógica de la guerra.

Reclamamos una nueva geopolítica que deje atrás las guerras y la violencia, creando estructuras de gobernanza mundial con un clima de cooperación y diálogo. Debe florecer una nueva era post-violenta, basada en una cultura de paz, principios feministas y resolución de conflictos basada en el diálogo.

Pedimos a los gobiernos que actúen ya. Se necesita urgentemente un verdadero plan de descarbonización. También denunciamos a las grandes corporaciones de la industria fósil que han secuestrado y cooptado a los gobiernos mundiales.

Hacemos un llamamiento a la sociedad civil a escala local, nacional, regional e internacional para que se una en la campaña de lucha contra la tendencia al alza del gasto militar, refuerce el movimiento mundial por la paz y la justicia y desafíe a los responsables políticos que pretenden justificar un militarismo sin fin en nombre de nuestra seguridad.

Más información aquí:

No hay comentarios:

Publicar un comentario