“No esclavos sino hermanos”, así
titulaba el Papa Francisco su mensaje para la paz en este año 2015.
En él
se habla de situaciones de esclavitud en pleno siglo XXI: niños y niñas empleados
en empresas textiles, minas, en condiciones inhumanas;… mujeres, niños y niñas
víctimas de trata utilizados como simple mercancía para el sexo o vendidos como
esclavos sexuales;… personas emigrantes que intentando hallar condiciones
dignas de vida en otros países acaban encontrando la estafa, el abuso,
encerramiento, explotación… y la muerte;…
Todo
esto sucede, como dice el Papa Francisco, cuando en nuestro corazón reina el
dios Dinero y desplazamos a la persona situándola en último lugar.
El Papa
Francisco nos propone en resumen un COMPROMISO COMÚN de gobiernos de todas las
naciones, agrupaciones sociopolíticas, empresarios, congregaciones religiosas,
comunidades cristianas y, también, del compromiso de cada uno, el de ser
capaces de ver en toda persona, especialmente en los más vulnerables, a “otro
yo” a un hijo e hija de Dios y por lo tanto hermana y hermano nuestro,… así es
como podremos globalizar la FRATERNIDAD y acabar con estas esclavitudes.
Aquí,
en este suelo que decimos nuestro, tenemos a 6 millones de personas en el paro;
más de un millón de familias en las que no se sabe lo que es una nómina;
decenas de miles de niños y niñas que logran alimentarse más o menos bien
gracias a los comedores escolares; ancianos que son retirados de los asilos no
porque sus familias quieran acogerlos en sus casas sino porque gracias a las
pagas de estos ancianos puede más o menos sobrevivir la familia entera;…
Éstas y
otras muchas situaciones generan violencia, destruyen la esperanza,… auguran un
mal futuro. ¿Se puede hacer algo?.
El Papa
Francisco nos invita a orar. Orar en primer lugar por quienes sufren todas
estas infamias, pero también por quienes las provocan; orar por nosotros mismos
para que nuestros ánimos no desfallezcan y nunca olvidemos que Dios está con
nosotros y está en nosotros.
Y si Dios está en nosotros…
demostrémoslo; no seamos cómplices de este mal: cuando compremos cualquier
objeto averigüemos el cómo ha sido fabricado, en qué condiciones humanas;
cuando sospechemos que una mujer es víctima de trata… denunciemos esa
situación; cuando veamos a alguien mendigando no callemos la conciencia con
unas monedas, acerquémonos, charlemos con ella, seamos para esta persona
instrumento de Salvación;… y si podemos ayudar a alguien a encontrar un trabajo
digno o a una familia desahuciada hallar un nuevo techo… hagámoslo
acompañándole, no nos limitemos sólo a las palabras… Porque “el otro”… es
nuestro hermano, el otro es “OTRO YO”.
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