Con todos estos artículos publicados sobre temas sociales y medioambientales pretendemos 3 cosas:
- Despertar y formar nuestra conciencia crítica, para, desde unos datos y análisis muy elementales, comprender un poco las causas y las consecuencias de los problemas más graves y urgentes que están afectando a todo el Sistema Tierra: Seres Humanos y Naturaleza, que se interfieren constantemente.
- Asumir nuestra responsabilidad comprometida con la lucha por un mundo más justo y solidario, más fraterno y gratificante para la Humanidad y para todas las Criaturas del Planeta que nos sostiene a todos.
- Esto hacerlo desde la luz y la coherencia con el mensaje liberador de Jesús de Nazaret, intentado ratificar nuestra fe con los hechos de nuestra vida, pues la fe es seguir a Jesús para hacer en este mundo lo que El hizo, que pasó haciendo el bien curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo (Mateo 4, 23-25) para que todos tengamos vida y vida en abundancia (Juan 10,10).
“El tiempo está loco”, es una frase que oímos cada vez con más frecuencia, dadas las fluctuaciones climáticas, a veces extremas, que cada día estamos experimentando. Actualmente cualquier fenómeno que pasa en cualquier parte del mundo puede afectar a todo el planeta. Estos días estamos asistiendo a variaciones muy bruscas de las temperaturas, causadas por el Cambio Climático:
Un equipo internacional ha analizado los cambios bruscos de temperatura que se dieron en el mundo entre 1961 y 2023. Sus conclusiones son que más del 60 % de las regiones incluidas en el análisis (entre ellas, Europa Occidental) han experimentado un aumento de la frecuencia e intensidad de estos cambios repentinos, que pueden poner en peligro la salud, la agricultura o las infraestructuras. (Fuente: Nature Communications).
En el caso de este trabajo referido a la temperatura, se demuestra que ha aumentado desde el año 1961 la frecuencia, la intensidad y la velocidad de las transiciones rápidas entre una situación de temperatura alta extrema a otra de temperatura baja extrema y viceversa, así como las lluvias y las sequías, pasando bruscamente de unas a otras. Es lo que todos expresamos diciendo: “el tiempo está loco”.
Las consecuencias para la agricultura pueden ser dramáticas, porque unos días de calor anticipado en invierno pueden favorecer la floración de muchas especies que, tras el regreso de las temperaturas gélidas unos días después, pueden destrozar la cosecha de ese año. Sin cosechas no hay comida.
La salud humana también puede sufrir por estas mismas oscilaciones extremas, sobre todo en los grupos más vulnerables. De hecho, el año 2024 fue el más cálido registrado en el mundo y el primer año natural en que la temperatura media mundial superó en 1,5 °C su nivel preindustrial (antes de 1850). (Fuente: Copérnicus).
El hecho de que se haya sobrepasado esa temperatura, evidencia que no estamos haciendo el esfuerzo necesario para evitar el aumento de los GEI (Gases de Efecto Invernadero) de los cuales todos somos responsables, aunque en muy diferente grado, que son los culpables del aumento de la temperatura excesiva del planeta, que incrementa la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo, desde fuertes tormentas e inundaciones hasta olas de calor extremas, e intensas sequías que aumentan indebidamente la cantidad e intensidad de los incendios forestales. Días pasados en varios lugares de España ya hemos llegado a los 40 º C.
En los países ricos tenemos alimentos de sobra e incluso los enriquecemos con diversos nutrientes, pero en los pobres, poco pueden enriquecer porque ya sufren déficit de alimentos, sobre todo de minerales y proteínas. En los países pobres la anemia es un grave problema de salud. El déficit de zinc ya afecta a más de 1000 millones de personas en países pobres, lo que puede provocar partos prematuros, desnutrición y debilitamiento del sistema inmunitario.
Esta semana pasada nos comunicaban del Centro Médico Social de Biryogo en Ruanda que los niños que atienden con retraso en el crecimiento pasaron de 250 a 306, y que los alimentos, no solo han subido mucho de precio, (un kilo de arroz pasó de 0,49 € a 1,12 €), sino que escasean a causa de la guerra Rusia/Ucrania.
En EE.UU. el aumento de un grado del calentamiento global ha doblado las pérdidas de cosechas por sequías y olas de calor. En regiones de África se lamentan de que siembran, pero las semillas no brotan por la falta de lluvias, y otras veces estas ahogan la cosecha.
El cambio climático es ya una realidad en todo el mundo, pero desgraciadamente con peores consecuencias para los países más empobrecidos. Según el último informe sobre El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, publicado por cinco agencias de Naciones Unidas (FAO, FIDA, UNICEF, PMA y OMS), el hambre sigue aumentando en África, donde el Cambio climático está golpeando con la mayor dureza, a causa principalmente del aumento del CO2 generado en y por los países desarrollados.
La inseguridad alimentaria moderada o grave ya afecta a casi el 29 % de la población mundial, y en África esta cifra duplica el promedio global, alcanzando el 58 %, o sea, 812 millones de africanos.
En un planeta que produce alimentos de sobra para todos, y se permite desperdiciar millones de toneladas de comida, resulta desolador saber que una de cada cinco personas en África vive sin tener la certeza de cuándo comerá la próxima vez. El cambio climático es ‘solo’ el elemento más visible de una crisis civilizatoria caracterizada por sobrepasar (en algunos casos ya mucho) las fronteras naturales del planeta, o sea, los umbrales de seguridad planetaria: es toda una manera totalmente improcedente de entender la vida que va más allá, no solo de la total falta de respeto al ser humano, sino también a la Naturaleza.
Es todo el Sistema Tierra (humanidad y creación) al que hemos perdido el más necesario respeto y consideración. Cuidar la Madre Tierra es cuidarnos a nosotros mismos. Dañarla a ella es dañarnos a nosotros.
El pasado domingo celebrábamos la fiesta de la Trinidad de Dios: son tres personas, que no viven solas y aisladas, viven en perfecta comunión. Dios vive en Comunidad.
En España viven solas más de 5,4 millones de personas, la mayoría mujeres. El silencio es necesario, porque el ruido no hace bien y el bien no hace ruido; pero la soledad no es buena, y peor todavía la soledad de dos en compañía. Busquemos, pues, vivir en comunión unos con otros, y sobre todo con los más necesitados de este mundo, para que en nuestra solidaridad, perciban el afecto que les tenemos, y así mitiguemos su soledad e indigencia. Jesús nos enseñó a tratar a Dios como Padre que nos quiere entrañablemente, a El como Hijo y hermano nuestro y al Espíritu que nos acompaña cada momento de nuestra vida para que tengamos fuerza y acertemos a hacer en cada momento lo que debemos hacer para nuestro bien, el bien de la Humanidad y el bien de la Creación.
Consciencia de comunidad.
Pero, cuando un pobre reza el Padre Nuestro y dice “danos hoy el pan de cada día”, y está muriendo de hambre, ¿qué pensará de Dios, qué pensará de quienes tenemos pan de sobra y no le ayudamos?.
Esta semana un matrimonio, con el que nos une una larga amistad, nos ha comunicado que han acogido a una niña ucraniana que perdió a su padre en esa triste y nefasta guerra. Magnífico, amigos, magnífico. Permitid que os recordemos visitar de vez en cuando la página Web de los Proyectos de Cooperación: cooperacion25.es, para estar al día de su ejecución y de los nuevos que irán surgiendo para 2026. En ella podéis ver en detalle el Informe recibido del Centro Médico Social de Biryogo, situado en un barrio muy pobre de Kigali, la capital de Ruanda. Ayudarles en origen es evitarles tener que emigrar a un destino incierto y peligroso, y tal vez ser expulsados al país de donde salieron para seguir pasando más hambre de la cual ya habían huido.
Feliz jornada a tod@s.-Faustinofaustino@faustinovilabrille.es
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