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jueves, 23 de julio de 2020

Cumbre U.E., primeras conclusiones


Los resultados de la cubre europea, que ha aprobado el fondo de Recuperación Europeo, han sido valorados por Pedro Sánchez como "un auténtico Plan Marshall". Sánchez pondera que la Unión Europea se endeudará por primera vez en su historia para financiar programas y la importancia de haber alcanzado un acuerdo. Veamos cuáles son los términos del acuerdo.

¿Qué se ha resuelto?.
Lo primero que se ha resuelto es que el fondo de Reconstrucción va a conceder 750.000 millones de euros, tal y como proponía el presidente del Consejo Europeo avalado por Alemania y Francia.
De esos:
  1. 390.000 millones de euros serán concedidos como subvenciones, transferencias directas a los países necesitados,
  2. y otros 360.000 millones destinados a préstamos.
Las subvenciones se han reducido en 110.000 millones de euros respecto a la propuesta inicial. Y no son "ayudas a fondo perdido", como los créditos habrá que devolverlas, aunque con mínimos intereses al estar financiadas con deuda emitida por la Comisión Europea. España deberá devolver los 140.000 millones de euros que puede recibir del fondo.
Lo segundo es que, las subvenciones deberán ser pagadas de forma conjunta por todos los Estados de la Unión Europea a través de los Presupuestos durante los próximos 30 años.
Para ello, cada país deberá incluir en sus propios Presupuestos nacionales un aumento de su contribución al Presupuesto de la Unión a través de medidas como implementar nuevos impuestos verdes o subidas del IVA reducido, o recortar otras partidas sociales.
En tercer lugar se imponen duras condiciones para el acceso a las ayudas. El derecho de veto que reclamaban "los frugales" se ha convertido en lo que ahora se llama "el freno de mano" o el "botón nuclear", un mecanismo de intervención que permite que un Estado pueda bloquear los fondos que ha de recibir otro país si no se ajusta a las reformas exigidas por la UE. Es decir, un veto de hecho.
Un solo país podrá detener o retrasar las ayudas si plantea objeciones a los planes de Reconstrucción de otro país, elevando la decisión al Consejo Europeo que tendrá tres meses para decidir. Es decir, los desembolsos de las ayudas se dejan a merced de decisiones políticas cuyo objetivo no es otro que poder imponer "recomendaciones" como impedir la reforma laboral, revisar el pacto por las pensiones, imponer la "mochila austríaca" o exigir nuevos recortes.
Significa que desde los mecanismos de control del fondo de Reconstrucción se va a poder impedir cualquier intento por derogar la reforma laboral, como estaba en el acuerdo del gobierno de coalición firmado por PSOE y Unidas Podemos. Y cualquier "halcón del norte" podrá utilizar ese mecanismo para bloquear o impedir en los hechos la aprobación unos presupuestos que considere "demasiado sociales".

¿Quiénes se han enfrentado?. Y cuál ha sido la contradicción que ha necesitado cuatro días y cuatro noches de negociaciones.
Se han enfrentado dos bloques. Por un lado, los llamados países "frugales": Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca, encabezados por el primer ministro de holandés Mark Rutte, y con la inclusión a última hora de Finlandia. Por otro, los dos grandes países del Sur y más afectados por la pandemia y la crisis, Italia y España, con el apoyo de Francia, bajo la presidencia de la canciller alemana Ángela Merkel.
Pero la contradicción que ha movido todo el proceso no es la Norte-Sur, sino los representantes de los intereses en Europa del proyecto global norteamericano, con el primer ministro holandés Mark Rutte como ariete, en contradicción con los intereses imperialistas de Alemania y Francia, frente a los intereses y las necesidades de las burguesías, los pueblos y países del Sur.

¿Quién ha ganado?.
Obviamente los países del Sur necesitaban un fondo de Recuperación y, aunque recortado frente a las propuestas iniciales sobre todo en las subvenciones y con severas condiciones, va a paliar las consecuencias de la pandemia y la crisis entre las poblaciones y países como Italia, España o Portugal. Alemania (y Francia) ha logrado su objetivo de aprobar un fondo de Reconstrucción Europeo como la principal potencia europea, interesada en reactivar el mercado interno europeo, donde se juega gran parte de su propia recuperación y de las multinacionales alemanas. Y con los instrumentos necesarios para financiar reformas e inversiones que sirvan a sus propias necesidades.
Los "halcones" han logrado, no solo reducir las subvenciones sino endurecer las condiciones, y sustanciosos cheques que rebajan su aportación al Presupuesto comunitario.
El acuerdo incluye la concesión de generosos cheques millonarios a los ricos halcones del norte, contribuyentes netos al Presupuesto de la UE. Con estos cheques se les devuelven 52.000 millones de su aportación a la UE en los próximos siete años. Alemania se lleva el mayor bocado, 25.000 millones; pero es Holanda la que recibe el mayor premio "por sus servicios prestados", 13.000 millones de euros, en relación a su tamaño. Austria, Suecia y Dinamarca se reparten otros 14.000 millones.
El hegemonismo norteamericano, sus multinacionales, sus grandes entidades financieras y sus "fondos buitre" son en última instancia los más beneficiados de los resultados de esta cumbre.
La reducción de las subvenciones favorece los intereses de los fondos norteamericanos en países como Italia y España ya que tendrán mejores condiciones para seguir aumentando sus opciones de compra de empresas, o ampliar las perspectivas de los "fondos buitre" en el mercado de la vivienda o en la privatización de la Sanidad.
El control sobre la reforma laboral para rebajar salarios y derechos garantiza los beneficios de sus multinacionales.
El "freno de mano" sobre los planes de Reconstrucción que han de presentar los países es un instrumento para impedir reformas fiscales que impongan tasas a sus multinacionales tecnológicas (tasa Google) o la Tasa Tobin a las transmisiones financieras.
Y sobre todo, ese veto de hecho sobre los planes de Reconstrucción es un arma para abrir camino a los intereses de los fondos extranjeros y una gran brecha en las pensiones públicas a las pensiones privadas. Al servicio de todos esos intereses ha trabajado Holanda como ariete, encabezando a los "halcones del norte" y asumiendo un nuevo protagonismo tras el Brexit y la salida del Reino Unido de la Unión Europea, como auténtico Caballo de Troya de EEUU en el seno de la Unión.

¿Qué recibe España y cómo nos afecta?.
Según Pedro Sánchez los cambios serán mínimos y España podrá acceder a 140.000 millones de euros, 72.700 en subvenciones (inicialmente eran 77.300) y 68.000 en préstamos frente a los 63.000 iniciales. Indudablemente la disposición de los recursos del fondo europeo va a suponer un importante aumento de la deuda pública española que puede superar el 115% del PIB nacional. Un aumento en lo inmediato que no se puede rechazar porque lo contrario agravaría las consecuencias para la población y el país. No es erróneo en sí mismo que un país recurra a endeudarse en determinadas condiciones como las de la pandemia. El problema está en que este enorme endeudamiento no se convierta en una hipoteca para varias generaciones y que se utilice en lo que interesa a la inmensa mayoría..., y no en garantizar o ampliar los negocios de la oligarquía y el capital extranjero.
Para España, el sistema de "recomendaciones" de obligado cumplimiento son viejas conocidas de la crisis anterior. Y ahora no son exigencias de Holanda, tanto la UE como el FMI o la OCDE, además del Banco de España, la asamblea de la oligarquía y el capital extranjero convocada por la CEOE o la AIREF las han colocado sobre la mesa:
  1. mantener y profundizar la reforma laboral,
  2. nuevas reformas de las pensiones (con inclusión de la mochila austríaca), que abran camino a la privatización,
  3. y nada de revalorizarlas con el IPC, subidas del IVA reducido o nuevos impuestos verdes... 
Corolario.
El resultado alcanzado en la Unión Europea es un acuerdo en el que no solo se han reducido las subvenciones directas, sino que se imponen duras condiciones para el acceso a las ayudas, lo que exigirá someterse a la supervisión de Bruselas, y la imposición de nuevas "reformas estructurales" -y/o mantener las actuales en el mercado laboral y las pensiones- que abran camino a los intereses del gran capital extranjero, especialmente norteamericano, y la oligarquía, y a nuevos recortes sobre todo en salarios y pensiones.
En las formas no estamos ante la amenaza de un "rescate del país" impuesto desde fuera como en la crisis de 2008. La primera alternativa del hegemonismo norteamericano y de Alemania no es imponer un rescate como el de 2012. Pero el fondo es el mismo: utilizar los fondos europeos para imponer nuevos ajustes e intensificar el saqueo de los países más dependientes bajo otras formas.

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