La UE aconseja tener en casa reservas de alimentos, agua y energía ante posibles guerras, catástrofes, o conflictos sociales que siempre son posibles. La estrategia de la Comisión busca que los europeos tengan reservas para subsistir 72 horas sin ayuda externa Bruselas creará un comité de crisis para afrontar guerras y emergencias climáticas.
Lo de
almacenar reservas para 72 horas nos parece muy insuficiente para situaciones
tan graves como lo son las guerras y las emergencias climáticas que, visto lo
que pasa en tantos sitios, pueden ser muy bruscas y duraderas.
El problema es mucho más grave, complejo y difícil de resolver: se trata del sistema global de cómo funciona la producción, el mercado y la distribución de alimentos en el mundo. Por ejemplo, el Instituto Max Plank de Alemania, descubrió que hasta un 40 % de la lluvia que cae en algunas regiones de África Oriental, parece que tiene su origen en el agua con que riegan sus campos los agricultores de la India, Pakistán y Bangladés, a una distancia de varios miles de kilómetros: el agua que absorben las plantas de estos agricultores, luego la transpiran a través de sus hojas, formando nubes de vapor de agua, que los vientos procedentes de esos tres países transportan, de enero a abril, más de 4000 kilómetros, hasta la parte oriental de África, donde se elevan, se enfrían y producen la lluvia que riega los campos africanos, que resulta crucial para los agricultores y pastores de esa árida región africana. A partir de mayo esas nubes y sus lluvias viran hacia China.
Esto nos
hace comprender el gran impacto que las decisiones humanas pueden tener en el
comportamiento del clima.
Concretamente,
que si esos tres países de Asia Meridional hacen un cambio de giro y dejan de
regar, la repercusión es de un alcance muy serio y decisivo para millones de
personas, animales y plantas de África y China. Revertir ese cambio de giro
exigiría mucha más energía que la invertida en provocarlo, lo que recibe el
nombre de “histéresis": el cambio de Presidente en EE.UU. está causando una
brusca y programada revolución mundial, con daños directos a muchos miles de
personas, como los emigrantes expulsados, la imposición de aranceles como arma
económica y política, y daños indirectos y colaterales a muchos millones,
imposibles de predecir en cantidad y calidad, desde la lucha por el sustento
diario, así como a muchos posibles millones de muertos si se desencadenara una
guerra mundial, desde la destrucción de animales y plantas en un lugar
determinado al colapso de todo el sistema tierra en grandes regiones del planeta.
Sería una terrible histéresis. Si retiramos el guijarro que sostiene un peñasco
en lo alto de una colina, este al deslizarse causaría daño a todo lo que encuentre
en su trayectoria descendente. Revertir la histéresis de este proceso, sería
tan costoso como empujar el peñasco ladera arriba hasta llevarlo a su sitio.
En este
momento Donald Trump y sus seguidores son el guijarro que está amenazando con
desestabilizar al frágil sistema del planeta en el que estamos inmersos. Por
ejemplo, el sistema de alimentación del planeta, pues la alimentación del mundo
a nivel global depende de 4 alimentos básicos:
Esos 4 alimentos básicos se han concentrado donde su producción es más eficiente: EE.UU., Argentina, Brasil y Francia cosechan el 76 % del maíz que se exporta a otros países. Cinco países: Tailandia, Vietnam, la India, EE.UU y Pakistán venden el 77 % del arroz mundial. Otros cinco: EE.UU., Francia, Canadá, Rusia y Australia suministran el 65% del trigo. Tan sólo tres: Brasil. EE.UU. y Argentina cultivan el 86 % de la soja del mundo. Está claro que la alimentación del mundo depende a niveles muy elevados de EE. UU. Un 40 % de la población mundial depende de alimentos de otras naciones.
Evidentemente este sistema presenta una gran vulnerabilidad a múltiples impactos externos, y se presta a un claro oligopolio e incluso a un monopolio de la alimentación, que puede llegar a constituir una verdadera arma de guerra.
A lo largo de un proceso creciente a partir del año 1900 hasta nuestros días, los cultivos de todo el mundo han perdido un 75 % de su diversidad genética, según la ONU, de tal manera que una dieta estándar global crea una agricultura estándar global, y una agricultura estándar global promueve una dieta estándar global, que se concentran en grandes conglomerados productores, un sistema que desestabiliza inexorablemente al propio sistema global de alimentación. A su vez, no solo las grandes producciones de alimentos están en las manos de grandes monopolios, que los cultivan en fincas muy grandes, sino que al mismo tiempo la distribución de los mismos está cada vez más en las manos de esos mismos monopolios, de tal manera que la economía mundial de la alimentación se concentra cada vez en menos manos, y en consecuencia el poder del mercado se traduce en poder político, y se retroalimentan.
Monocultivo de Soja en Brasil: Los monocultivos ofrecen ventajas en términos de eficiencia y rendimiento, pero a un costo importante para el medio ambiente y la biodiversidad.
Monocultivo de Maíz en EE.UU.
Por
ejemplo, Bayer-Monsanto (Monsanto ya nos hizo y nos está haciendo comer sin
parar alimentos transgénicos), Corteva, ChemChina y Limagrain ya controlan más
del 50 % de las semillas del mundo. La comida es un gran negocio y un gran
instrumento de poder político, porque todos comemos todos los días, excepto
los que son víctimas del exceso que comen otros: un estadounidense come tres
veces más que un europeo, y este tres veces más que un africano. O sea, que un
africano come seis veces menos que un estadounidense, y en consecuencia corre
seis veces más riesgo de pasar hambre que el estadounidense. África es el
continente más empobrecido del planeta, donde se pasa más hambre, donde más se
sufre, donde más se enferma, donde hay menos servicios y más analfabetos,
donde se dura menos años, donde más se muere de muerte injusta y prematura.
Lamentablemente esta información sobre la situación global del mercado de la alimentación no llega a la gran mayoría de la opinión pública, de tal manera que somos utilizados y manipulados en función de los intereses del mercado, hasta el punto que el mismo cuerpo del ser humano se convierte en puro objeto de mercado: la venta del cuerpo femenino, adulto y niño, en la prostitución, la venta de órganos huma-nos para trasplantes, el intercambio de niños por animales en países en extrema pobreza (“mi padre necesitaba vacas y no a mí”, confiesa una niña tanzana de 13 años). En 17 países de África el IDH (Índice de Desarrollo Humano) no llega a 0,500, lo cual significa que una parte muy importante de su población vive en extrema pobreza, y en consecuencia el tráfico de niños está tristemente activo. Solo en Benín más de 40.000 menores son vendidos cada año, donde se puede comprar un niño por solo 30 euros (Fuente: Cadena Ser. Manos Unidas lucha contra esta terrible situación en ese país, cuyo IDH está descendiendo desde 2019).
¿Quién
tuvo y quien tiene hoy la culpa de que un continente rico como África, esté
lleno de pobres, sobre todo mujeres y niñas, pues más del 70 % de los
empobrecidos de África son mujeres y niñas?. ¿Quién tiene la culpa de que unas
24.000 personas se mueran de hambre cada día en el mundo, de las cuales 18.000
son niños y sobre todo niñas?. África tiene las tasas de hambre más altas del
mundo, según la OMS, y crecen de forma lenta, pero constante. ¿A quién hay que pedir
cuentas?.
Fuentes
de Información: ONU, Regénesis de Jorge Monbiot, Land-Madrix, Statista,
Fundación Sur, OMS. WWA.
Faustino Vilabrille
faustino.vilabrille@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario