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martes, 5 de noviembre de 2024

¿Terrible DANA?, ¿terrible el ser humano?

Durante toda la historia los seres humanos hemos estado siempre en guerra unos con otros (actualmente hay unas 56 guerras activas en las cuales mueren unos 150.000 soldados al año, y unos 100.000 bebés mueren también cada año, por impactos derivados de las guerras), pero desde hace unos dos siglos hemos iniciado una terrible guerra nueva, la guerra contra el planeta, contra nuestra Madre, la Tierra, que nos estuvo sosteniendo vivos durante miles de años.

El Cambio Climático actual (CC), aunque forme parte de otros cambios climáticos en la Tierra está acelerado y alterado por los seres humanos, está alterando todo el sistema de vida de la Tierra. La Tierra ya está enferma, tiene fiebre, necesita mucho cuidado, que solo el ser humano se lo puede facilitar. Si no lo hacemos ella nos verá, con razón, como sus peores hijos, sus mayores enemigos, y acabará con nosotros, para poder seguir sola su camino, sin el ser humano. Ella no depende de nosotros (vivió millones de años sin nosotros), somos nosotros los que dependemos de ella. Somos su mejor y más logrado y maravilloso fruto, pero en vez de ser la mente y el corazón de la Tierra, para valorar su grandeza y amarla como la Gran Madre de Todos y de Todo, nos hemos convertido en sus verdugos y maltratadores.

Todos somos víctimas del Cambio Climático, pero no todos somos igual de culpables. El problema arranca de la generación, cada vez mayor, de GEI (Gases de Efecto Invernadero), que contribuyen cada vez más, a elevar la temperatura de la tierra. Estos gases los producimos sobre todo quemando combustibles fósiles: petróleo, gas y carbón. Y los quemamos infinidad de veces sin necesidad. Las empresas más grandes, los negocios más grandes, los ricos más grandes, los consumidores más grandes son los que más gases generan. Son los que no quieren saber ni oír nada del Cambio Climático, porque no quieren perder su situación de privilegio respecto al resto de la Humanidad. Aunque muchos miles de Científicos lleven años advirtiendo del Cambio Climático, los grandes poderes económicos y políticos, no solo no lo quieren oír, sino que lo niegan, incluso quieren convencernos de que el Cambio Climático es una mentira, y es que los opresores del hombre y de la naturaleza quieren que su mentira se convierta en verdad en la mente de los oprimidos, y así seguir oprimiendo a todos y a todo con total impunidad y aceptación, sabiendo que la contaminación atmosférica mata anualmente a 9 millones de personas, y el cambio climático global mata directa o indirectamente a decenas de miles de millones de personas. Para defendernos de la violencia y de las guerras gastamos el 11 % del PIB (los países más poderosos mucho más), pero para combatir el CC un miserable 2 %.

El Capitalismo Neoliberalista, cada día más implantado en el mundo desarrollado, no sólo genera cada vez más asimetrías y desigualdades extremas en el mundo, sino a la vez muchas muertes, pues el período 1990 a 2019 se estima que ha dado lugar a 16 millones de muertes solo por malnutrición, que se evitarían con otro sistema económico más humano y justo.

Los gastos militares son cada vez mayores: Los gastos Militares mundiales en 2023 de los primeros 20 países que más gastan, en miles de millones de dólares, encabezados por EE.UU. con 916 miles de millones y terminados por España con 22.2 miles de millones, ascendieron a 2021,8 miles de millones de dólares y el total mundial fue de 2,4 billones de dólares. Estos gastos suben cada año, y su fin es meternos miedo unos a otros, atacarnos, declararnos la guerra y matarnos. Es lo más absurdo e inconcebible que la ambición del ser humano puede producir.

Además de estas guerras, los poderosos toman decisiones políticas para declarar guerras comerciales entre sus respectivos países, pero para beneficio de los ricos a costa de los trabajadores, de los pobres y del planeta, hasta el punto de que muchos trabajadores no tienen posibilidad de acceder a los productos que ellos mismos fabrican en las empresas donde trabajan.

Por el camino de las guerras vamos de mal en peor: tenemos que cambiar competición por colaboración, agresividad por amabilidad, soberbia por humildad, odio por amor, ambición por colaboración, segregación por agregación, división por unión, abuso por uso, dominio por respeto, descuido por cuidado. Hablamos de una gran revolución cuya esencia ha de ser la práctica del cuidado mutuo, la solidaridad, la comprensión, la compasión, la generosidad, con Todos y con Todo.

La era industrial nos llevó al convencimiento de que podíamos crecer sin límites, que los recursos del planeta eran ilimitados, que podíamos gastar todo cuantos quisiéramos, que podíamos derrochar sin control. Los avances de la ciencia en todos los aspectos parecía que nos harían posible alcanzar soluciones para todo.

Pero ahora estamos descubriendo que los recursos del planeta son limitados, que sólo hay petróleo y gas natural para unos 50 años, y cada vez más difíciles de extraer, uranio para unos 80 años y carbón para unos 150 años. Desaparecen especies sin parar (ya lo hicieron más de un millón), mientras otras entran en peligro de extinción. La totalidad de las especies es necesaria para la vida, y la vida humana es imposible sin ellas.

El sistema capitalista de usar y tirar que tanto ha favorecido a negocios irresponsables, tiene que desaparecer. El Neoliberalismo nos convirtió en esclavos de nuestra propia ambición de querer tener siempre más, hasta hacernos consumidores compulsivos, para aumentar sin fin los beneficios del capital. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, entre 1981 y 2004. les impusieron a 123 países (el 82% de la población mundial) Programas de Ajuste Estructural, obligándolos a privatizar los recursos nacionales e incluso el patrimonio público, así como a recortar protecciones laborales y reducir servicios públicos: los banqueros y tecnócratas de Washington, impusieron a la mayoría de la humanidad la política económica que a ellos les convenía, lo que provocó millones de muertos por malnutrición, que no fue algo accidental, sino esencial al sistema capitalista por ellos brutalmente implantado. Antecedentes de hechos similares fueron en el siglo XVI cuando el mercado europeo generó el genocidio de 50 millones de indígenas en América, el tráfico de esclavos africanos los siglos XVII y XVIII, y la muerte de innumerables obreros en las minas y fábricas de todo el mundo.

La naturaleza tiene una capacidad productiva extraordinaria, pero en vez de ponerla al servicio de las necesidades de las personas se puso y se sigue poniendo al servicio de la acumulación de capital, de más dinero y más poder, en favor de las minorías opulentas en vez de asegurar los servicios necesarios a las mayorías para una vida digna para todos.

El sistema económico que nos trajo hasta aquí, y que al decir del 99% de los científicos, no es viable e incluso nos puede conducir al colapso civilizatorio, debe ser sustituido por un sistema económico que respete los limites planetarios y funcione dentro de ellos, y además es necesario implantarlo lo más rápidamente posible, lo que exige un transformación hacia una economía neutra en carbono, integralmente inclusiva de todo el Sistema Tierra, y que por tanto funcione en armonía con toda la naturaleza. De lo contrario seremos cada vez más víctimas de la violencia que ejercemos sobre el planeta: las DANAS, serán más frecuentes y más violentas, surgirán epidemias zoonóticas y humanas masivas. Cuanto más mal tratemos la naturaleza, peores consecuencias tendrá para nosotros: Olas de calor muy altas, aumento de enfermedades, incendios devastadores, tormentas arrasadoras de agua (como estos días en Valencia), huracanes, maremotos, sequías nefastas, desiertos en expansión, desaparición de especies, escasez de agua dulce y de alimentos, subida de los océanos con inundación de poblaciones costeras, aumento de la pobreza, emigración forzosa y desplazamientos masivos, conflictos sociales, violencia y enfrentamientos, incluso bélicos, por las necesidades más básicas.

Alimentarse es la primera necesidad del ser humano: el sistema alimentario actual no está enfocado a asegurar la alimentación para todos, sino a asegurar el beneficio de grandes empresarios de la alimentación, que produciendo mucho más de lo que hace falta, incluso tirando millones de kilos de comida útil a la basura mientras miles de personas mueren al día de hambre, lo produce generando millones de toneladas de GEI, empleando agrotóxicos y rebasando con mucho el límite del Nitrógeno, a la vez que estamos cada vez más enfermos por comer mal, y convertimos los hospitales en un lugar para estar enfermos, pues del Sistema de Salud Pública solo se dedica el 1% a salud preventiva y el 99% a curar la enfermedad, pero la enfermedad es otro de los grandes negocios del neoliberalismo (las multinacionales farmacéuticas), sabiendo que enfermaremos tanto más, cuanto más enferma este la naturaleza.

No hay más remedio que rehacer la economía desde sus cimientos, optar por el decrecimiento con opción por lo necesario y rechazo de lo superfluo, cuidando del trabajador, del productor. del agricultor, del consumidor y de la naturaleza.

El compromiso del hombre con el hombre, es lo más digno del hombre. Este fue el de Jesús de Nazaret, y por eso dice: "Dichosos los que tienen hambre y sed de Justicia". Sí, para el Ser Humano y para la Naturaleza.


Faustino Vilabrille
faustino@faustinovilabrille.es

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