23 Tiempo ordinario – A (Mateo 18,15-20)
Evangelio del 06 / Sept / 2020
Al parecer, a las primeras generaciones
cristianas no les preocupaba mucho el número. A finales del siglo I eran solo
unos veinte mil, perdidos en medio del Imperio romano. ¿Eran muchos o eran
pocos?. Ellos formaban la Iglesia de Jesús, y lo importante era vivir de su
Espíritu. Pablo invita constantemente a los miembros de sus pequeñas
comunidades a que «vivan en Cristo». El cuarto evangelio exhorta a sus lectores
a que «permanezcan en él».
Mateo, por su parte, pone en labios de
Jesús estas palabras: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy
yo en medio de ellos». En la Iglesia de Jesús no se puede estar de cualquier
manera: por costumbre, por inercia o por miedo. Sus seguidores han de estar
«reunidos en su nombre», convirtiéndose a él, alimentándose de su evangelio.
Esta es también hoy nuestra primera tarea, aunque seamos pocos, aunque seamos
dos o tres.
Reunirse en el nombre de Jesús es crear
un espacio para vivir la existencia entera en torno a él y desde su horizonte.
Un espacio espiritual bien definido no por doctrinas, costumbres o prácticas,
sino por el Espíritu de Jesús, que nos hace vivir con su estilo.
El centro de este «espacio Jesús» lo
ocupa la narración del evangelio. Es la experiencia esencial de toda comunidad
cristiana: «hacer memoria de Jesús», recordar sus palabras, acogerlas con fe y
actualizarlas con gozo. Ese arte de acoger el evangelio desde nuestra vida nos
permite entrar en contacto con Jesús y vivir la experiencia de ir creciendo
como discípulos y seguidores suyos.
En este espacio creado en su nombre
vamos caminando, no sin debilidades y pecado, hacia la verdad del evangelio,
descubriendo juntos el núcleo esencial de nuestra fe y recuperando nuestra
identidad cristiana en medio de una Iglesia a veces tan debilitada por la
rutina y tan paralizada por los miedos.
Este espacio dominado por Jesús es lo
primero que hemos de cuidar, consolidar y profundizar en nuestras comunidades y
parroquias. No nos engañemos. La renovación de la Iglesia comienza siempre en
el corazón de dos o tres creyentes que se reúnen en el nombre de Jesús.
José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario