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Tiempo ordinario – A (Mateo 4,12-23)
Evangelio
del 26 / Ene / 2020
No es
difícil resumir el mensaje de Jesús: Dios no es un ser indiferente y lejano,
que se mueve en su mundo, interesado sólo por su honor y sus derechos. Es
alguien que busca para todos lo mejor. Su fuerza salvadora está actuando en lo
más hondo de la vida. Sólo quiere la colaboración de sus criaturas para
conducir al mundo a su plenitud: «El reino de Dios está cerca. Cambiad».
Pero
¿qué es colaborar en el proyecto de Dios?, ¿en qué hay que cambiar?. La llamada
de Jesús no se dirige solo a los «pecadores» para que abandonen su conducta y
se parezcan un poco más a los que ya observan la ley de Dios. No es eso lo que
le preocupa. Jesús se dirige a todos, pues todos tienen que aprender a actuar
de manera diferente. Su objetivo no es que en Israel se viva una religión más
fiel a Dios, sino que sus seguidores introduzcan en el mundo una nueva
dinámica: la que responde al proyecto de Dios. Señalaré los puntos clave.
La
compasión ha de ser siempre el principio de actuación:
- Hay que introducir en el mundo compasión hacia los que sufren: «Sed compasivos como es vuestro Padre». Sobran las grandes palabras que hablan de justicia, igualdad o democracia. Sin compasión hacia los últimos no son nada. Sin ayuda práctica a los desgraciados de la tierra no hay progreso humano.
- «Los últimos serán los primeros». Hay que imprimir a la historia una nueva dirección. Hay que poner la cultura, la economía, las democracias y las Iglesias mirando hacia los que no pueden vivir de manera digna.
- Hay que impulsar un proceso de curación que libere a la humanidad de lo que la destruye y degrada: «Id y curad».
- Jesús no encontró un lenguaje mejor. Lo decisivo es curar, aliviar el sufrimiento, sanear la vida, construir una convivencia orientada hacia una vida más sana, digna y dichosa para todos.
José
Antonio Pagola
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