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miércoles, 31 de agosto de 2016

Si queremos... lo haremos posible

Ante la crisis medioambiental hay propuestas sensatas, alcanzables y comprometedoras a tener en consideración.

El Ártico ha perdido más hielo que nunca, hasta el punto de que el que hay actualmente es apenas el 50% de la media registrada entre los años 1979 y 2000.

La crisis medioambiental deriva del hecho de que estamos consumiendo los recursos del planeta de forma mucho más rápida que su renovación.

Estamos viviendo del capital de la tierra, no de sus intereses. Ajenos a ese viejo principio indio que sostiene que "la tierra no es una herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos".

Hay mucha gente encendiendo luces de alarma y buscando soluciones. Creo que es un asunto importante e impactante ante el que no debemos mirar para otro lado. No debemos ser ignorantes ni indiferentes. Debemos implicarnos.

Un estudio de la organización ecologista WWF sostiene que si, para el año 2030, la UE redujera su consumo energético en un 38% en comparación con el escenario “Business as usual” y generara el 40% de su energía a partir de fuentes renovables reduciría sus emisiones de efecto invernadero relacionadas con la energía en un 50% con respecto a los niveles de 1990.

Esa doble apuesta por el ahorro de energía y el desarrollo de las energías renovables tiene, además, otra contraprestación positiva para la Unión Europea: ayudarían a la UE a reducir su factura externa en importación de combustibles fósiles en 573 mil millones de euros.

El primer paso para alcanzar esas metas es limitar el consumo de energía en términos absolutos. El segundo paso es incrementar el suministro de energía generada con tecnologías renovables: solar, eólica, hidráulica.

MORALEJA:
Está en nuestras manos el comprometernos para lograrlo.

Desde nuestra fe, podemos y debemos decir algo ante el problema ecológico. El Papa Francisco lo ha hecho con su encíclica "Laudato Si" y la propuesta de una Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación. No dejemos que ésta pase desapercibida, sin pena ni gloria.
Autor: Alejandro Córdoba.

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