Decía un artículo publicado en el periódico "El Diario", el 7 de febrero de 2012: "En el
año 2006, una avalancha de cayucos llegaba a las costas canarias. Más de 31.000
inmigrantes arribaron a las Islas en estas embarcaciones, desbordando los tres
Centros de Internamiento de Extranjeros con los que cuenta de forma permanente
el Archipiélago: el Matorral (Fuerteventura), Barranco Seco (Gran Canaria) y
Hoya Fría (Tenerife). Esta afluencia masiva obligó a habilitar campamentos
provisionales en otros puntos de las Islas, como La Isleta, Las Raíces o,
incluso, en un restaurante abandonado en La Gomera".
Con el paso de los años ha ido disminuyendo esa cifra hasta esa fecha de 2012 en que los CIE canarios estaban prácticamente vacíos. El centro de El Matorral, el mayor de España con capacidad para 1070 personas, no albergaba a ningún inmigrante, aunque mantenía las infraestructuras y una dotación policial permanente. En el de Hoya Fría, de 238 plazas, se encontraban retenidos siete extranjeros. Por su parte, el de Barranco Seco, con capacidad para 168 personas, registraba la mayor ocupación, con 34 inmigrantes.
Las organizaciones sociales expresaron fuertes críticas por el hacinamiento, las condiciones
deplorables de las instalaciones acondicionadas un sindicato policial hablaba de
''lugares infestados de ratas y basura"- y el tratamiento dispensado a los
extranjeros, se unió algún capítulo polémico, como un motín en el centro de El
Matorral que se saldó con varios heridos.
Este descenso se debió en parte a las malas espectativas laborales en España pero sobre todo, según apuntaba Juan Carlos Lorenzo, coordinador en Canarias de la Comisión Española de Ayuda
al Refugiado (CEAR), la causa principal estaba en las "políticas disuasorias"
que se habían implantado a nivel estatal y europeo. "Se antepone el control
del flujo migratorio por motivos de seguridad a la realidad social. Los índices
de desarrollo marcan que la situación en África es más desastrosa que hace dos
años", subrayaba.
Hay un vacío
legal.
Lo había entonces y lo hay hoy en 2016. El
vacío o semivacío de los CIE de Canarias no
se diferencia de los CIE de la península: aunque hoy día ya existe un reglamento (desde 2014) que regula el funcionamiento de los CIE... sin embargo es como si no existiera porque no se cumple. Para ver dicho reglamento (Real decreto 162/2014) pulsen AQUÍ.
Los CIE fueron creados en 1985 a raíz de la aprobación de la primera Ley de Extranjería, que preveía el internamiento en centros sin carácter penitenciario de los inmigrantes en situación administrativa irregular, como medida cautelar mientras se tramitaba su expulsión.
El tiempo máximo de estancia se estipuló en
40 días, un plazo que se incrementó hasta los 60 días en 2009 aprovechando la
Directiva de Retorno de la UE, que instaba a los Estados miembros a armonizar
las cifras fijando en 180 días la estancia máxima permitida.
Diez
años antes, en 1999, una Orden Ministerial estableció una regulación para los
centros, aunque, según denunciaban las más de 350 entidades firmantes de la
campaña 'Que el derecho no se detenga a la puerta de los CIE', su aplicación quedó "en papel mojado" por la "insuficiencia y ambigüedad de
su articulado". Los parámetros carcelarios de los centros, su opacidad, la
vulneración de derechos de los inmigrantes, y las restricciones al acceso de
las ONG han sido las principales denuncias que han planteado diversas
organizaciones sociales, el Defensor del Pueblo o la Fiscalía hasta nuestros días.
El
Sindicato Unificado de Policía, que tildó a los CIE de "zona oscura
en el Estado de Derecho", consideraba que la medida anunciada "no soluciona el problema mayor".
José María Benito, portavoz del sindicato, cuestionaba la existencia de los
propios centros, al entender que el tratamiento que se dispensa a personas que,
en la mayor parte de los casos, han cometido una infracción administrativa y no
delitos "no es adecuado". "No es un problema policial, sino
social y económico", resaltaba al tiempo que ponía en entredicho la
eficiencia de los centros, en especial en la situación actual de Canarias.
"Los
CIE atentan contra la dignidad de la persona", concluye Juan Carlos
Lorenzo de CEAR, que dibuja el cierre de los centros como "el escenario al
que el respeto de los Derechos Humanos nos debería conducir". Una opinión
que hoy compartimos cada vez más organizaciones, aparte de CEAR, como Cáritas, Médicos del Mundo, Justicia y Paz Tenerife,...
Razón por la cual invitamos
a la ciudadanía a hacerse eco de esta campaña de concienciación y también de
reivindicación que lleve a la desaparición de estos centros tal y como ahora
mismo están funcionando.
Otra cuestión sería que estos
centros se transformaran en recursos que realmente sirvieran para atender las
necesidades reales de las personas que en ellos son actualmente tratadas como
si hubiesen cometido graves delitos; es decir, que sirvieran para facilitar la
integración socio-laboral de las personas "acogidas" -que no
recluídas- en ellos. A fin de cuentas... para ello llegaron hasta aquí, no para
ser encarceladas "sólo por carecer de 'papeles'".
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Muy bueno Santi. Gracias.
ResponderEliminarDaniela