ES NECESARIO UN CAMBIO EN LA POLÍTICA MIGRATORIA: CONTROL Y MIEDO NO FUNCIONAN.
Cáritas,
CONFER y Justicia y Paz dicen NO a la política
del miedo, Sí a la política de la integración, la acogida y el desarrollo de
los pueblos.
La brecha de la Frontera Este (Serbia, Grecia, Macedonia…), apenas un par de meses después de la presentación de la Agenda Europea de Inmigración, además de un saldo en vidas, en dramas humanos, arroja un saldo de ineficiencia política inaceptable en términos de dignidad y defensa de los Derechos Humanos, que nuestra sociedad no puede permitir.
No
es sólo una crisis humanitaria.
Es el estrepitoso fracaso de una política mal llamada migratoria y
que se reduce a un indecente y millonario control de flujos sostenido
sobre el discurso del miedo a la invasión del diferente. Los
Cayucos, Lampedusa, Ceuta y Melilla, la situación en Serbia, Grecia
o Macedonia son
consecuencias estructurales
de esa mala política, no las causas.
No
es sólo una crisis de refugiados.
Es el resultado de una falta
de políticas coherentes
que aborden la complejidad de la movilidad humana en política
exterior, en política económica, en políticas de cooperación para
el desarrollo.
Estamos
huérfanos de una verdadera política de migraciones que aborde y
explore de verdad vías legales de acceso a nuestro territorio, que
flexibilice los criterios de reagrupación familiar, que visibilice
la movilidad humana como una oportunidad para nuestra vieja Europa y
no como un riesgo.
No
es sólo una crisis de la solidaridad.
Es el resultado de una ausencia de política de cooperación
para el desarrollo que olvida que detrás de cada decisión de
abandonar una casa, un trabajo y una vida hay una causa de
expulsión (la guerra, la falta de oportunidades, el cambio
climático…) y personas a las que proteger.
Es
el momento de abordar el reto
que, como sociedad, tenemos delante; impidiendo que estos sucesos que
nos llenan de dolor y vergüenza se produzcan de forma cíclica sin
afrontar que la única solución propuesta, la vía de la seguridad
no es viable, ni en términos de humanidad, ni en términos
políticos.
Es
el momento de reconocer al otro, al diferente, no como un invasor
sino como un igual con los mismos derechos, como un aporte positivo a
nuestra sociedad mestiza; como un hermano en dificultad para el que
hay que buscar un sitio, aunque estemos más estrechos.
Europa
y España no pueden perder esta oportunidad para repensar sobre las
políticas
desarrolladas hasta ahora, para proteger a las personas que intentan
llegar a nuestro territorio, para
invertir en políticas para el desarrollo y en políticas de
integración.
Nos
unimos al mensaje del Papa Francisco que en su reciente viaje a
América Latina animaba a la comunidad cristiana y a toda la sociedad
a no tener miedo y a pedir un cambio “…
un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se
aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los
trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los
pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana madre tierra”.
Pedimos
a los gobernantes que asuman con proactividad el reto histórico de
parar de construir vallas, muros y rejas aportando soluciones y
políticas que pongan en el centro a las personas, aportando vías de
protección y acogida, alternativas de desarrollo que vayan a las
causas.
Tenemos
un gran reto como sociedad, dignificarnos como seres humanos, no solo
haciendo un sitio en nuestra casa, sino buscando caminos nuevos por
los que todos podamos transitar.
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