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viernes, 5 de abril de 2013

De la Misa vengo... a la vida voy

En la mesa me siento, como un niño asombrado ante la lección del Maestro.
Y veo que Jesús no se conforma con ofrecer las ofrendas rituales. Él es la ofrenda. Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo entregándose completamente hasta las últimas consecuencias. Él es el pan partido y el vino derramado. Él es el Señor que lava los pies y no como  un rito más sino como la actitud normal de su vida. Pedro entendió el gesto del lavatorio de los pies después, cuando vio a Jesús muerto por servicio a la humanidad. Eso sí que es rebajarse. Eso sí es difícil de entender.
Me siento a la mesa.
Y oigo a Jesús que me dice: "Come, esto es mi cuerpo". Y me siento dichoso de ser invitado a comer de este pan. Pero no puedo menos que preguntarme: ¿A quién le digo yo "come, éste soy yo"?. También pienso que "es muy fácil tragar a Cristo sabiendo todo el BIEN que es Él pero... ¡hace falta mucho estómago para tragar a algunos! y también... ¡cuánto estómago hará falta para que me traguen a mí siendo como soy a veces!. Me entrego por ti. Tengo tantas ganas de que vivas más y mejor, que me pongo totalmente a tu servicio. Cuenta conmigo para lo que quieras, aunque me cueste.
Cuando en la Comunión digo, o me dicen:  "el cuerpo de Cristo", tengo que recordar que Pablo nos dice: "ustedes son el Cuerpo de Cristo". La Iglesia es el Cuerpo de Cristo y esto significa que ¡¡nos comulgamos unos a otros!!.

Y sabiendo esto y viendo al Maestro y viéndonos a nosotros, me pregunto: "¿cómo podemos celebrar en nuestras Misas que Jesús se comparte y alabarlo y felicitarlo y beneficiarnos de que Él lo haga con nosotros, si luego nosotros apenas compartimos?, ¿cómo celebrar su entrega si nosotros apenas nos entregamos?".
Me siento a la mesa.
Y por todos los lados me lleno de su presencia. Él es la palabra viva. Él está en los hermanos, Él  es la ofrenda. Él es el cordero, Él es el pan y el vino. Y me dice, y nos dice a todos: "Vayan, les envío con el mismo encargo con que el Padre me envió".
Nos envía a este mundo viejo, donde hay tantas cruces, tantos llantos, tantas injusticias, pero también tantas semillas de Dios. Nos envía como cirineos y buenos samaritanos. Y nos dice: "No teman, yo estaré con ustedes hasta que termine este mundo" (Mt.28,20).
Vayamos pues, su espíritu nos guía y fortalece, para que hagamos en la tierra lo que se hace en el  cielo. Para que hagamos más verdad y más cercano el sueño de la Humanidad, que también es el sueño de Dios: un cielo nuevo y una tierra nueva.
De la Misa vengo y a la vida vuelvo.

Y a la vida vuelvo pero lleno de su fuerza y de su presencia.
A la vida vuelvo en comunión con el que ama a la Humanidad hasta dar la vida.
A la vida vuelvo en comunión con el Resucitado y lleno de su Espíritu.
A la vida vuelvo con un encargo: comunicar su Buena Noticia y pasar haciendo el Bien.
A a vida vuelvo para reunir a los hijos de Dios dispersos y hacer de ellos una familia.
A la vida voy.
Como el samaritano,  con un poco de aceite y vino, porque en la cuneta me encontraré con hermanos heridos. Quizás el sacerdote y el levita, por aquello de la impureza, pasen de largo, pero ésa no es mi fe,... también puede que me encuentre con ese sacerdote y ese levita... y quizás con ellos también tenga que hablar y comunicar la Buena Noticia que ellos no supieron reconocer.
Yo creo que ayudando a quien me necesite estoy viviendo el único mandamiento, en el  que se resumen todos los mandamientos de la ley y los profetas. Y que hacerlo así, vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
A la vida voy.
Voy con el deseo de ayudar a Dios en eso de hacer el cielo nuevo y la tierra nueva, de enjugar lágrimas y de vestir un poco más de gala,es decir,de amor y de Gracia, esta humanidad, aunque también sé que, en definitiva, el Reino se pide... porque es regalo de Dios.
Voy con un grito en la garganta: "¡He visto a Jesús asesinado por la injusticia, la mentira, los intereses, el poder que oprime!. ¡He visto a Jesús arrancado de la tierra de los vivos por los grandes de la economía, de la política y de la religión mal entendida y mal vivida!". Vengo de la Misa y vuelvo a la vida, donde todo eso sigue sucediendo. Hemos de pedir a Dios que nos siga dando su espíritu y la fuerza de los profetas para gritar, con amor y por amor, contra la injusticia y la mentira que siguen asesinando inocentes.
Quizás alguna vez haya que llamar "zorra" a los herodes de hoy, o a llamar "hipócritas" a los hipócritas. Pero las palabras fundamentales serán: bendición, perdón, paz, justicia, amor, hermano, compartir.
A la vida voy.
Y porque me encontraré con gente hambrienta, aportaré mi generosidad para que pueda repetirse el milagro de multiplicar el pan. Y porque encontraré sedientos y desnudos compartiré lo que tenga. E invitaré a otros a hacer la justicia de que a nadie falte lo fundamental.
Y porque me encontraré con tantos y tantos forasteros, seré acogedor y tolerante. Y buscaré caminos de integración y humanización. Y porque encontraré enfermos y presos estaré cerca. E intentaré ser consuelo de Dios y causa de humanización de sus vidas.
Al final hay que reconocer que lo de la encarnación es tan hondo, tan verdad que:
- de la vida venimos y allí está Jesús,
- en la mesa nos sentamos y allí lo encontramos
- y a la vida vamos donde nuevamente Él está hecho carne en toda carne.
No es suficiente, no es verdadero buscar, servir y adorar sólo al Cristo de la Misa, porque el mismo Jesús de la Misa está, esperando nuestra ayuda, en toda persona que nos sale al encuentro.
"Ejemplo les he dado y ahora que lo saben serán dichosos si lo ponen en práctica" (Jn.13,15-17).
La Eucaristía puede ser una parábola del mundo nuevo. Un anticipo del sueño de Dios.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN, PARA NUESTRA PRÁCTICA:

  • Vistos los tres artículos: "De la  vida vengo...", "... a la Misa voy" y éste de "De la Misia vengo... y a la vida voy", ¿qué destacaríamos?, ¿qué hallamos en estas tres reflexiones que puede ayudarnos a ver y vivir la Eucaristía, nuestras Misas, de otra manera?.
  • ¿Qué tendríamos que cambiar en nuestras celebraciones eucarísticas?, ¿y en nosotros mismos... para ser más fieles a Cristo y posibilitar el ENCUENTRO pleno con Él?.
  • ¿Cómo realizar esos cambios, cada cual en su parroquia, en su comunidad cristiana de base?.
  • ¿A qué podría yo, cada uno de nosotros, comprometerme para que ese cambio no sea sólo de unas cosas sino que implique un cambio global y total, una transformación en todos, de manera que podamos decir en cada Eucaristía: "ésta es la Cena del Señor"?.

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