martes, 11 de junio de 2019

La asignatura de Religión, más actual que nunca

Hoy, 11 de junio, se cumplen 40 años de Enseñanza Religiosa Escolar en democracia y de acuerdo con sus reglas en España y desde los acuerdos Iglesia-Estado firmados el 11 de junio de 1979.
Atrás quedaba el tantas veces recalcado concordato firmado entre el gobierno franquista y el Vaticano al que tanto antes como después determinados partidos políticos y fuerzas sindicales se han referido infinidad de veces de forma totalmente negativa y tratando de hacer creer a la sociedad española que aquel "concordato" y estos "acuerdos" del 11/VI/1979  eran y son lo mismo (cuando en realidad las diferencias son abismales tanto en su forma como sobre todo en su contenido); por desgracia esta enorme y monumental confusión tozudamente buscada y generada con intención de desacreditar la E.R.E. y sin criterio objetivo alguno, sin  embargo, persiste aun hoy aunque ya cada vez menos ante la evidencia de la realidad.
Aparte de esta cuestión de tinte ideológico y de otras cuestiones tales como el absurdo debate de si “la asignatura debe desaparecer o no del ámbito docente” (siendo que es una materia curricular de LIBRE ELECCIÓN -sólo la tiene quien la desea, de acuerdo con el Art. 27.3 de la Constitución Española-); existe un amplio marco legal tanto nacional como internacional que la ampara. Hay no obstante nuevas cuestiones que nos llevarían a profundizar en el contenido y en el espíritu de aquellos acuerdos de 1979 y también, de acuerdo con la realidad actual española, responder a estos nuevos retos.

La asignatura de Religión no sobra en la escuela.

Podríamos llamarle de otro modo incluso, como por ejemplo “Cultura del Hecho Religioso” que es como cada vez más está siendo llamada ya que de facto así es, incluso aunque ésta sea confesional cristiana. Se tiene en cuenta también el hecho religioso no cristiano e incluso otras perspectivas no religiosas acerca de la vida y lo que ella conlleva ya que todo ello responde a los interrogantes existenciales que muchas personas se plantean a lo largo de su existencia terrena.
Algunos querrían erradicarla por razones ideológicas (no presentan ni una sola razón pedagógica ni cultural educativa o científica; para ellos es horrible que la ciudadanía española tenga libertad para poderla elegir y disfrutar en un medio tan suyo como lo es para los demás: la enseñanza pública). La escuela laica no tiene por qué excluir el hecho religioso.

En la asignatura de Religión caben todos.

No pocos piensan que a la asignatura de Religión sólo van los que son de una determinada confesión religiosa. Es un sofisma tan falso como el de que “la asignatura de Religión es Catequesis” (y por eso dicen que “quien quiera Religión que se vaya a su parroquia”).
Sin embargo la realidad es que en una aula  donde su alumnado está inscrito en Religión hay muchos cristianos católicos, pero también los hay evangélicos y de otras confesiones religiosas,… e incluso ateos. ¿hay algún problema en ello?, ¡ninguno!. Esta diversidad incluso es un bien para todo el conjunto pues el compartir distintos planteamientos, formas de entender el hecho religioso y su relación con la cotidianidad amplía horizontes, perspectivas, ayuda al entendimiento, a la comprensión global de la realidad, fomenta el diálogo abierto, mejora la convivencia,…
Tan sólo con practicar la escucha, la acogida del otro, la empatía y el respeto mutuo… se logra siempre crear el ambiente necesario para que puedan alcanzarse todos los objetivos que el área de Religión tenga marcados.

España es un país cada vez más plural.

Siempre lo fue, desde los tiempos más remotos pero en la actualidad mucho más. A la diversidad idiomática, cultural y de procedencia de sus habitantes se suma la religiosa. Ya no es una, dos o tres o cuatro las creencias religiosas que podemos hallar en nuestro país sino muchas más.
A menudo saltan a la palestra noticias relacionadas con formas diversas de vivir la religiosidad dependiendo de la forma en que se vivan en tal o cual confesión religiosa. Otras veces la noticia es una exclamación de la incultura de no pocos jóvenes ante la contemplación de unas esculturas, pinturas, edificios, estilos y obras literarias, etc… expresan o reconocen y que si tuvieran una buena formación en el hecho religioso podrían explicar perfectamente sin esfuerzo alguno.
¿Qué pasaría si nuestros y nuestras estudiantes tuviesen acceso en el ámbito docente a todo el saber relacionado con el hecho religioso de distintas confesiones religiosas, conociesen sus aspectos formales, el sentido de su religiosidad o formas de vivirla, sus elementos culturales, celebrativos, artísticos, etc…?. ¿No sería esto muchísimo más provechoso que tratar de esconder o negar esta enorme y rica realidad?.

Cultura del Hecho Religioso.

Llamémosle como queramos, la realidad es la misma.
Proponemos:
  1. Una actualización de los acuerdos de 1979 y profundización en sus cuestiones de calado (esos acuerdos se fundamentan en el espíritu del Concilio Vaticano II y en los valores que la nueva democracia española se proponía desarrollar a través de su Constitución casi recién estrenada).
  2. Un nuevo currículo de esta materia (sea cual sea el nombre que le queramos dar: Religión, Cultura del Hecho Religioso, Hª y Cultura de las Religiones, etc…) en la que con los mismos criterios pedagógicos se pueda ofrecer al alumnado una visión concreta y global del hecho religioso de acuerdo con la diversidad religiosa presentes en el mundo y especialmente en Europa y España.
  3. Que este currículo deje de ser confesional y también, y al mismo tiempo, se muestre al alumnado con la suficiente objetividad, amplitud y profundidad tal que finalizados los ciclos formativos en Primaria y Secundaria todo el alumnado pueda sentirse competente tanto en el conocimiento teórico de toda esta pluralidad como sensible, respetuoso y practicante de aquellos valores que lleven a la apertura a la diversidad, respeto mutuo y convivencia sana y constructiva.
  4. Que surja de un consenso político y con la participación directa de los representantes de las diversas confesiones religiosas de tal manera que esta materia pueda permanecer estable y no dependa del capricho de quien gane las elecciones generales.
  5. Que su profesorado pueda ser el mismo que hasta la fecha ha impartido esta materia pero con el acceso a la docencia en exactas condiciones que el resto del profesorado de otras materias y sea considerado en los centros docentes también en exactas condiciones que los demás docentes a todos los efectos.
Una oportunidad.

A modo de conclusión diríamos que necesitamos superar, en nuestro país especialmente, esa negación fanática de la dimensión trascendental del ser humano y que lleva no sólo a esto sino también a tratar de impedir que quienes sí la quieren cultivar en condiciones dignas se vean impedidos y reducidos a una privacidad que impide toda dimensión social abierta y tolerante que se observa en todas las religiones.
No es la Religión en la escuela un problema, nunca lo ha sido, ya que no ha sido ella ni sus docentes quienes han provocado discusión y crispación al respecto sino las ideologías políticas. No es un problema sino más bien una oportunidad que aún sigue vigente y que tenemos ahí esperando a ser aprovechada para crear un foro de encuentro, diálogo, debate y mutuo enriquecimiento para todos nuestros hijos e hijas que serán o ya son el futuro y presente de nuestra sociedad.
La escuela, el medio docente reglado, es un excelente espacio o foro en el que esto pueda darse e ir desarrollando a través de esta formación valores tan democráticos y tan constructivos como la tolerancia ante la diversidad, el diálogo honesto, el aprender unos de otros, comprensión de diversas perspectivas,… para llegar a una convivencia en la que todos con todas sus diferencias puedan sentirse llamados a formar parte de un Proyecto Común de humanidad abierta acogiendo al otro y saber apreciar los valores específicos que existen en todas las confesiones religiosas.

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